Triste recuerdo

POR: Manuel Báez R.

Los seres humanos estamos dotados de una excelente memoria, donde se guardan los recuerdos buenos y malos. Estas memorias pueden dividirse en puramente personales o privadas y compartidas o sociales.

Los recuerdos privados o compartidos mueren en el individuo. El recuerdo social, la memoria social en definitiva, continúa viviendo; pero hay recuerdos que penetran tan profundamente y la memoria guarda para siempre, jamás se borran determinados hechos, al menos cuando tienen la fijeza durante 10 años consecutivos del mal recordado correazo.

Qué triste es tener este tipo de recuerdos que pertenecen a la historia negra del Ecuador. En resumen se desplazó la memoria social hasta fuera del cráneo y se expandió así más allá de los límites, porque se aceleraron los procesos de un cambio social. Fueron tan rápidos que el país no habría conocido, porque la población se dividió de un momento a otro. Este fue un cambio histórico hacia atrás como efecto de la revolución social, igualmente de haber existido en la época de mayor ingreso económico por el alto valor del barril de petróleo que sirvió para despilfarrar sin ton ni son. Qué horror, no tenemos nada.

Qué lástima, ahora quisiéramos dar un gigante salto a todo lo nuevo, sacudirnos de las leyes de control de comunicación, el control de pacientes por medio de equipos electrónicos, computarización de los archivos de las compañías. Queremos que la memoria del pueblo tenga a su disposición más información exquisitamente organizada. Quedó atrás aquello de que la memoria del pueblo ecuatoriano no sea más erosionada, que sea refrescada, excitada, combinada y recombinada de nuevas maneras para que sea dinámica, en el sentido más literal que sea viva. O que sea memoria resucitada entre los muertos.

Esto último esperamos conseguir mediante la acertada gestión del gobierno de Lenín Moreno. Ojalá encuentre iluminación.