Ser Quijotes

Pablo Ruiz Aguirre

Es esta patria chica, el terruño que hace eco en el corazón de quienes verdaderamente la sentimos, de quienes vemos sus arterias azules recorriéndola toda entera, su verde erótico que a través de sus árboles da sombra al beso de los amantes. Esta tierra donde las notas y las letras vivas son el desayuno diario, donde sus plazas abarcaron los gritos de la independencia hace casi ya doscientos años, por los cuales hoy tenemos derecho a respirar libertad. Esta tierra, donde todos en el horizonte observan los molinos en las montañas coraza que nos cobijan entre soles y lunas, recordando al Quijote levantar su espada y con locura y desenfreno enfrentar a sus gigantes.

Dos siglos después de nuestro grito de emancipación, tenemos la posibilidad de decidir si somos Quijotes o escuderos, valientes o cobardes. Pero no tenemos que discernir entre molinos o gigantes, pues hemos sido presas de gigantes disfrazados de molinos, de mentiras disfrazadas de verdades, de vividores disfrazados de políticos. Ellos son contra quienes debemos pelear con nuestra locura quijotesca empuñada en un pensamiento digno que los critique con sustento, en un verso que los desmorone y desnude, en la memoria expresada para recordarles quiénes son y lo que nos han hecho. Esos molinos gigantes pueden ser identificados, son aquellos que nos han arrebatado el derecho a ver, a ser y hacer como ciudad imponiéndonos sus visiones, son aquellos que ya están volviéndose más lojanos que antes porque se vienen las elecciones, hablando de cambio por años siendo los mismos rancios con sonrisa Mona Lisa esperando al espectador de su cuadro retorcido y egoísta.

Estos son nuestros molinos, estos son nuestros gigantes, esto nos dice el Villonaco levanta la cabeza y mírame, mírame como lo hizo un puñado de seres libres hace casi doscientos años, decide ser quijote y no escudero, da un paso al frente y diles en la cara de producto de supermercado que no quieres más Castillos sino un hogar, una ciudad en paz, que no quieres más Bravos sino hombres contentos por desinteresadamente trabajar, que no quieres más viejas guardias serviles sino servidores nuevos que se quieran entregar a la lojanidad, diles a aquellos que se llaman políticos pero que no son más que comensales del voto, cobardes y viles criaturas no huyan que es momento de que esta ciudadanía los acometa como el Quijote hizo ya. (O)

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