Hace rato estamos en campaña electoral para la presidencia de la República en 2021. Por esto, quien está al poder o tiene miras a las próximas elecciones, sigue poniendo en práctica la antidemocrática y nefasta estrategia de ir eliminando a los adversarios que le pueden hacer sombra; ahora le ha tocado el turno al alcalde de Quito, Jorge Yunda.
Al burgomaestre le están dando con ganas. Tanto es así que hasta se empieza a sospechar que el primer objetivo es quitarle, a toda costa, la alcaldía que ganó en las urnas.
Yunda de hecho, podría volverse presidente en 2021 y este parecería ser su gran pecado. El buen manejo dado a la pandemia en la capital es otro aspecto que duele a los detractores de Yunda, pues nadie quiere aceptar que el Alcalde que ganó, sobre todo gracias al voto del sur de Quito, lo hizo mejor que los alcaldes “políticamente correctos” de la costa o, peor aún, que el mismo gobierno que aún hoy no puede manejar eficazmente la crisis desencadenada por el coronavirus.
Yunda se opuso a que la semaforización de la capital pase a amarillo, provocando la ira del Ejecutivo. Sin embargo, una vez más quedó claro que el Alcalde de Quito tenía razón, porque hoy los hospitales de la capital ya están al borde del colapso y de no haber sido por las precauciones adoptadas a tiempo por el municipio, estaríamos peor.
Todos estamos de acuerdo en que se investigue y aclaren las responsabilidades de todo administrador público, pero, al mismo tiempo, debemos exigir que con la misma celeridad con la cual se quiere vincular al alcalde de Quito por contratos sospechosos, se vincule a los verdaderos jefes de la corrupción, ésta si comprobada, que ha significado la repartición de los hospitales en el país. Estos actos deben investigarse involucrando a los peces gordos que hoy mandan en Ecuador. Sería un gran gesto que demostraría la independencia del poder judicial pues, caso contrario, parecería que desde órganos importantes del Estado se hace política y campaña electoral, algo que no puede ocurrir en democracia.