Hace dos semanas, mientras escribía el artículo “pandemia”, no llegué a advertir los alcances que tomaría esta crisis sanitaria mundial. Pensaba que, con las medidas de aislamiento y las debidas precauciones, en dos o tres semanas retornaríamos a la normalidad ¡Qué equivocado estuve! Hoy la situación, lejos de mejorar, se ha agravado y ha alcanzado niveles inimaginables, por la propia naturaleza del Covid19 que se expande casi sin control, y también por la irresponsabilidad de muchos y el drama de otros, que salen a las calles sin medir las consecuencias. Indigna, obviamente, que en muchas ciudades del país y del mundo esta pandemia haya sido tomada alegremente, con declaraciones que rayan en lo ridículo, como las del Presidente de México, el inefable Andrés Manuel López Obrador (AMLO para sus amigos, y también para sus contrarios), que han minimizado el problema, utilizando la burla y el sarcasmo, desoyendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Otro que también hace méritos con sus disparatadas intervenciones es el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ubicado en las antípodas ideológicas con su par AMLO, demostrando una vez más que el virus de la estupidez no distingue ideologías. Decía que hay irresponsabilidad en muchos, que no acatan las disposiciones para “quedarse en casa”, pero también está latente el drama de quienes no pueden hacerlo, porque viven al día, ya sea repartiendo los periódicos o vendiendo cualquier cosita en calles y plazas: ¡angustioso dilema!, que debería ser atendido con preferencia por las autoridades, ya que esa gente humilde es quizá la más vulnerable, la que no aparece en las estadísticas, porque ni siquiera podrá acceder a un centro de salud a realizarse un examen. Dramática también la situación de muchos de nuestros compatriotas, que están varados en algún lugar del mundo, varios con enfermedades graves, que no ven la hora y la forma de regresar a su tierra, y que merecen también que se los atienda, mediante los “vuelos humanitarios”. Amable lector: por favor #Quédese en casa, y solamente salga por asuntos impostergables, como para proveerse de víveres o medicinas.
Freddy Rodríguez García