DIANA LUZURIAGA VERA
Después de varios días de intensas manifestaciones, con episodios de caos social, jornadas de violencia, odio y temor provocados por sectores infiltrados dicho por la dirigencia indígena y el propio gobierno; nos queda mucho por reflexionar en lo político y social. Por un lado comprendemos que en el arte de gobernar se deben cruzar las variables de “relevancia” con “viabilidad política” para decidir dónde y cómo actuar; pero el escenario se ha complejizado, aún no está claro cuáles son las apuestas importantes y factibles que el gobierno va a priorizar.
Como suele suceder en esta clase de eventos, la opinión pública se fragmenta: a favor, en contra, neutros y los inevitables aprovechadores. Denotamos la poca tolerancia que existe a los criterios diferentes, se han generado enemistades, distanciamientos familiares, se ha profundizado el regionalismo y el racismo.
Los ecuatorianos no debemos permitir que nos dividan, todos somos hijos de esta tierra, nos debemos a ella con respeto, lealtad y hermandad. Las luchas sociales son necesarias, que no se las confunda con el oportunismo y la delincuencia.
Sin embargo de un panorama desencantado como el que vivimos los pasados días, nos queda un gran aprendizaje, el valor que tiene la paz, los recursos naturales como el agua, los alimentos que produce nuestra tierra, el trabajo, la libertad de expresión, de circular, entre otros muchos aspectos que jamás debemos olvidar y que todos debemos proteger.
Ecuador es un país de gente digna, valiente y conciliadora, pero sobre todo que abraza la paz como un estado necesario para nuestra existencia, hemos demostrado que en este país no hay cabida para el vandalismo.
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DIANA LUZURIAGA VERA
Después de varios días de intensas manifestaciones, con episodios de caos social, jornadas de violencia, odio y temor provocados por sectores infiltrados dicho por la dirigencia indígena y el propio gobierno; nos queda mucho por reflexionar en lo político y social. Por un lado comprendemos que en el arte de gobernar se deben cruzar las variables de “relevancia” con “viabilidad política” para decidir dónde y cómo actuar; pero el escenario se ha complejizado, aún no está claro cuáles son las apuestas importantes y factibles que el gobierno va a priorizar.
Como suele suceder en esta clase de eventos, la opinión pública se fragmenta: a favor, en contra, neutros y los inevitables aprovechadores. Denotamos la poca tolerancia que existe a los criterios diferentes, se han generado enemistades, distanciamientos familiares, se ha profundizado el regionalismo y el racismo.
Los ecuatorianos no debemos permitir que nos dividan, todos somos hijos de esta tierra, nos debemos a ella con respeto, lealtad y hermandad. Las luchas sociales son necesarias, que no se las confunda con el oportunismo y la delincuencia.
Sin embargo de un panorama desencantado como el que vivimos los pasados días, nos queda un gran aprendizaje, el valor que tiene la paz, los recursos naturales como el agua, los alimentos que produce nuestra tierra, el trabajo, la libertad de expresión, de circular, entre otros muchos aspectos que jamás debemos olvidar y que todos debemos proteger.
Ecuador es un país de gente digna, valiente y conciliadora, pero sobre todo que abraza la paz como un estado necesario para nuestra existencia, hemos demostrado que en este país no hay cabida para el vandalismo.
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DIANA LUZURIAGA VERA
Después de varios días de intensas manifestaciones, con episodios de caos social, jornadas de violencia, odio y temor provocados por sectores infiltrados dicho por la dirigencia indígena y el propio gobierno; nos queda mucho por reflexionar en lo político y social. Por un lado comprendemos que en el arte de gobernar se deben cruzar las variables de “relevancia” con “viabilidad política” para decidir dónde y cómo actuar; pero el escenario se ha complejizado, aún no está claro cuáles son las apuestas importantes y factibles que el gobierno va a priorizar.
Como suele suceder en esta clase de eventos, la opinión pública se fragmenta: a favor, en contra, neutros y los inevitables aprovechadores. Denotamos la poca tolerancia que existe a los criterios diferentes, se han generado enemistades, distanciamientos familiares, se ha profundizado el regionalismo y el racismo.
Los ecuatorianos no debemos permitir que nos dividan, todos somos hijos de esta tierra, nos debemos a ella con respeto, lealtad y hermandad. Las luchas sociales son necesarias, que no se las confunda con el oportunismo y la delincuencia.
Sin embargo de un panorama desencantado como el que vivimos los pasados días, nos queda un gran aprendizaje, el valor que tiene la paz, los recursos naturales como el agua, los alimentos que produce nuestra tierra, el trabajo, la libertad de expresión, de circular, entre otros muchos aspectos que jamás debemos olvidar y que todos debemos proteger.
Ecuador es un país de gente digna, valiente y conciliadora, pero sobre todo que abraza la paz como un estado necesario para nuestra existencia, hemos demostrado que en este país no hay cabida para el vandalismo.
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DIANA LUZURIAGA VERA
Después de varios días de intensas manifestaciones, con episodios de caos social, jornadas de violencia, odio y temor provocados por sectores infiltrados dicho por la dirigencia indígena y el propio gobierno; nos queda mucho por reflexionar en lo político y social. Por un lado comprendemos que en el arte de gobernar se deben cruzar las variables de “relevancia” con “viabilidad política” para decidir dónde y cómo actuar; pero el escenario se ha complejizado, aún no está claro cuáles son las apuestas importantes y factibles que el gobierno va a priorizar.
Como suele suceder en esta clase de eventos, la opinión pública se fragmenta: a favor, en contra, neutros y los inevitables aprovechadores. Denotamos la poca tolerancia que existe a los criterios diferentes, se han generado enemistades, distanciamientos familiares, se ha profundizado el regionalismo y el racismo.
Los ecuatorianos no debemos permitir que nos dividan, todos somos hijos de esta tierra, nos debemos a ella con respeto, lealtad y hermandad. Las luchas sociales son necesarias, que no se las confunda con el oportunismo y la delincuencia.
Sin embargo de un panorama desencantado como el que vivimos los pasados días, nos queda un gran aprendizaje, el valor que tiene la paz, los recursos naturales como el agua, los alimentos que produce nuestra tierra, el trabajo, la libertad de expresión, de circular, entre otros muchos aspectos que jamás debemos olvidar y que todos debemos proteger.
Ecuador es un país de gente digna, valiente y conciliadora, pero sobre todo que abraza la paz como un estado necesario para nuestra existencia, hemos demostrado que en este país no hay cabida para el vandalismo.
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