Moneda electrónica

Eduardo Naranjo Cruz

El uso de monedas como forma de intercambio de valores no tiene una clara explicación más que el resultado del trabajo acumulado en el tiempo y es así como esos papeles que llamamos billetes se convierten en portadores de valor.

Hay individuos que logran acumular más y más riqueza mediante acciones no muy claras, como la de ‘ganar’ una fracción del trabajo de otros. Hoy esos mecanismos de transacción física cambiaron con la cibernética, que en los países más desarrollados introdujo la ‘moneda’ electrónica para la mayoría de transacciones, incluso las de mínimo monto.

El país, como siempre, aún se mueve al ritmo de la arcaica política de boicot, en parte debido a que existen intereses manipuladores, que de acuerdo con su conveniencia hacen aparecer el uso de la moneda electrónica como algo sospechoso. Los intereses de los grandes capitales ligados a gigantes corporaciones y bancos generan a través de los medios la idea de validez o invalidez de cualquier proyecto, como ocurrió con la propuesta inicial del dinero electrónico.

Cuando el anterior gobierno intento introducir el mecanismo se restringía la participación de los bancos, por eso lo convirtieron en peligroso tabú. Ahora que el nuevo gobierno da una buena tajada de la torta, las cosas están más calmadas, sin embargo hay políticos que buscan alarmar, cuando en realidad es obvio que el Gobierno jamás podría salir del sistema dolarizado porque sería su fin.

Para un banco cada transacción con dinero electrónico son centavos de dólar, pero eso en el movimiento diario se convierte rápidamente en millones, es decir, valores extraídos a los otros por el ‘servicio’. No es posible que sigamos atrasando al país en algo que ya domina el sistema mundial y se requiere para dinamizar la economía.

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