‘Mi lindo Ecuador’

César Ulloa Tapia

La elección del cura Tuárez es el mejor ejemplo de la fragilidad de nuestras instituciones: ni la más mínima y peregrina idea del laicismo, del papel evaluador nefasto de las candidaturas al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social por parte del Consejo Nacional Electoral transitorio, el pobre rol del Ejecutivo, la ineficiencia de la Asamblea y una transición que se cae por fallida y hambres atrasadas de algunos actores políticos. ¡Este es mi lindo Ecuador! Pero, tan recurrente es lo que sucede que ya no cabe duda alguna, el país camina por inercia y ese desinterés de la ciudadanía permite que cualquiera llegue a un cargo de representación sin cumplir méritos ni requisitos. Así no se puede hacer país y peor aún gobernar en democracia.

Todo nos hace pensar que no salimos de la barbarie. No hay lección que se aprenda o castigo que valga. Salimos de una década de autoritarismo populista y llega un cura a darnos clases de modales, buenas costumbres y otras locuras al grito de “alerta, alerta, alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina”. Con plena seguridad ni habrán leído siquiera la biografía de bolsillo del Libertador, pero se llenan la boca hablando de la patria grande y otras finas hierbas. Lo más lamentable es que esto sucede en un ambiente de inmovilidad y desidia. La población decidió perder la batalla contra el populismo, porque se incrustó en el ADN de la cultura popular.

Tampoco la eliminación del Consejo de Participación Ciudadana, cesa la Función de Transparencia y Control Social, sin embargo este paliativo algo resuelve el problema. No es posible que en pleno siglo XXI una democracia tenga como norma de convivencia social la estatización de la participación con mecanismos de control y regulación. Eso solo ocurre en Ecuador. Lo más graves es que nadie da cuenta de este monstruo que se gestó en la Asamblea de Montecristi. Los arquitectos de la Constitución del 2008 están tranquilos mirando el desastre que crearon y ni siquiera se ruborizan. En este país nadie quiere hacerse cargo de sus responsabilidades y todos van de lado. Más memoria colectiva.

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