Instituciones sólidas

Jaime Vintimilla

A veces insistir cuando la ola nos arrastra es complejo y hasta atrevido, pues nos conduce a un sendero que, contrario al seguido por la mayoría, adocenada o no, busca cambios coyunturales donde, de manera fácil, se envilece o engrandece, con gran técnica, a las personas que defienden una u otra idea, que piensan de forma correcta o que se equivocan escandalosamente.

Al parecer en el mundo se viven mutaciones muy complejas y en la transición de su cabal comprensión, los países, de los cuales el Ecuador no es la excepción, las enfrentan con medidas no necesariamente apegadas a las nociones mínimas que el Derecho dispone indispensables considerar para evitar así el surgimiento de conflictos globales que puedan afectar al orbe.

Un aspecto que horroriza a la población es la forma como algunos estados, incluso aquellos que dicen defender con denuedo los derechos humanos, han iniciado campañas para oponerse a la migración o denigran la necesidad del respeto a la diferencia sobre la base de la manipulación de conceptos democráticos y el resurgimiento del más peligroso chauvinismo.

Como la historia es cíclica y generalmente no la tomamos en cuenta, nos aprestamos a vivir algunos episodios que se creían superados, por ello creo que a más del ordenamiento jurídico deben existir elementos de ética mínima que nos permitan reflexionar para vencer a los intereses imperantes y lograr que el ser humano sea tratado siempre de forma digna.

En la sociedad hay un aparecimiento de nuevos valores como creencias duraderas e ideales impuestos por un determinado grupo social que en un momento determinado tienen mucha fuerza para proponer y gestar las transiciones.

En definitiva, si no encontramos principios y conceptos mínimos que trasciendan los continentes, la omisión de los derechos nos puede llevar a un mundo donde retornen aspectos que podrían llevarnos a escenarios que desdeñen la justicia, la igualdad, la libertad, la integridad y la honestidad.

Antes de que sea demasiado tarde, urge generar un interés global que propugne un debate más humano. Estados, ciudadanos, empresas estamos obligados a hacer realidad esta propuesta.

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