Inconsecuencia

Jaime Vintimilla

Las acepciones de esta palabra se centran en la “falta de consecuencia en lo que se dice o hace”, pues hacen alusión a dichos o hechos faltos de consecuencia donde se demuestra la doblez en el sentido que no existe correspondencia entre los principios que profesa una persona y su conducta.

En principio, la consecuencia es una cualidad que, cada vez, se encuentra en peligro de extinción, ya que las actuaciones de muchas personas y algunos grupos varían dependiendo de las circunstancias, advirtiéndose esta sórdida realidad en la política y hasta en el Derecho cada vez con mayor asiduidad. En este sentido, llama la atención como un ordenamiento jurídico vigente desde 2008 es interpretado dependiendo de las presiones o situaciones de asimetría de poder. Al respecto, sobran ejemplos, aunque sin parangón, la Corte Constitucional se lleva el premio al “mérito de la inconsecuencia”, pues a más de las demoras inveteradas en la redacción de sentencias, se permite agregar conceptos que dejan sin cabida, decisiones o criterios sostenidos de forma radicalmente opuesta en tiempos anteriores o sencillamente usa criterios o instituciones jurídicas que son ajenas a nuestra realidad.

No es un tema únicamente de normas o de sistemas de elección de jueces, no, al contrario, nos encontramos ante un modelo de escuálida institucionalidad que confunde la defensa de los derechos con el ejercicio de agradar a las presiones de turno. Así, jueces y funcionarios públicos de este jaez, solamente nutren la dependencia judicial que gira en torno del gobierno imperante, de las presiones sociales y de la necesidad de permanecer en cargos como cancerberos de intereses espurios.

La consecuencia es necesaria para que por fin se entienda que un país sin instituciones solamente camina al reinado de la voluntad volátil de las personas que se empeñan en imponer más que en construir consensos mínimos.

La reforma no es solamente jurídica, se necesitan personas que comprendan que los derechos son conceptos que trascienden los intereses y que su vigencia nos diferencia de una sociedad asaltada por la diatriba, la polarización y el encono.

[email protected]