Luego del dilema, la polémica y el desagrado que el Continente Americano tuvo que atravesar cuando, el actual Presidente de los Estados Unidos propuso crear un muro que divida y separe la frontera con su vecino México, causo un sinnúmero de reacciones en contra, más aún, por la inhumanidad que reflejan estos actos como lo ha dado cuenta la historia a nivel mundial y, ninguno de los muros construidos en el tiempo han dejado algo positivo para el ser humano y la sociedad. Y, para colmo de males nuestro país a quien nos pertenecemos se encuentra construyendo un muro de cemento armado de cuatro metros de altura y que tendrá una distancia de aproximadamente dos kilómetros, recordando que la frontera entre Ecuador y Perú es de mil quinientos kilómetros, el mismo que está siendo construido en el cantón de Huaquillas, perteneciente a la provincia de El Oro y que está junto al Distrito de Aguas Verdes ubicado en el Departamento de Tumbes que pertenece al país peruano. Se ha justificado que dicho muro cumple con todos los requisitos exigidos y que no viola los acuerdos entre las partes de 1998; y ello, aunque, cumpla con la legalidad, moral y éticamente no está correcto, primeramente porque la vecindad y hermandad que existe entre las personas de estos sectores se trastoca por actos ajenos, se crea una discriminación y racismo, que es lo que un muro fronterizo representa, y lo peor de todo es fomentar la desunión entre los seres humanos, cuando estos absurdo fueron rechazados en el año de 1989 con la destrucción del muro de Berlín. Los ecuatorianos no somos insensibles, al contario fomentamos el respeto y unidad; pero, nos han consultado o informado para realizar semejante acto, lo que nos responsabiliza a todos en la división de hermandad con el Estado de Perú.
