Democracia dinámica

Autor: Jorge Oviedo Rueda

Desde la caída del absolutismo la ciencia política ha girado alrededor del tema de la democracia, pero no de la democracia como categoría teórica abstracta que organiza, en lo político, la vida de las comunidades humanas, sino de la democracia burguesa, entendida como el sistema político de la sociedad capitalista en términos específicos.

Durante los dos últimos siglos los intelectuales orgánicos del capitalismo han procurado perfeccionar la teoría de la democracia burguesa para convertirla en una entelequia absoluta fuera de cuyos límites sOlo existe la nada teórica. De ahí el odio patológico que los defensores de la democracia burguesa demostraron contra el marxismo que produjo una fisura en el bloque monolítico de esa teoría.

Observando la sociedad norteamericana de mediados del siglo XIX, Alexis de Tocqueville advirtió, desde una nostálgica mirada aristocrática, que sobre la sociedad humana pendía la peligrosa espada de las mayorías, que, por último, terminarían imponiendo su dictadura. Este inteligente teórico burgués tenía razón, pero su profecía todavía no se ha cumplido.

La democracia estalinista fue un fracaso porque terminó anquilosando la participación popular en las decisiones del Estado. La nueva teoría revolucionaria tiene que superar la concepción burguesa de la democracia y corregir los errores cometidos en la construcción de la democracia socialista.

Las democracias fallidas de los siglos XIX y XX tienen que ser superadas por la nueva concepción de la “democracia dinámica”, cuyo secreto ha estado escondido desde la época de los griegos, cual es, la permanente movilización de las masas en busca de su destino. Así ha sido y así será hasta que la humanidad deje de morir de hambre y necesidades.

[email protected]