Cataluña y sus lecciones

Richard Salazar Medina

Las últimas semanas tuvimos preocupantes noticias sobre Cataluña y su iniciativa de independizarse de España liderada por el presidente de la Comunidad Autónoma, Puigdemont, y varios partidos políticos nacionalistas. En este afán, el primero de octubre se realizó un referéndum de autodeterminación en la región. Como consecuencia, hubo represión del Estado español en los recintos donde se celebraba, lo cual fue repudiable.

Si bien ni las autoridades españolas ni la propia Comisión Europea avalaron ese proceso, la aplicación de la fuerza era innecesaria para una cuestión que no sería reconocida oficialmente. No obstante, esta respuesta fue capitalizada por Puigdemont tratando de generar simpatías con su causa. Así, proclamó la independencia, según sus cifras, con una aprobación del 90% de los votantes. No existen datos fidedignos que corroboren este porcentaje ni el de participación de la ciudadanía.

En este contexto, alrededor de 40 grandes empresas catalanas han cambiado su sede a otras regiones de España; también el domingo 8 de octubre hubo multitudinarias manifestaciones en Barcelona de catalanes por la unidad de España. El propio Serrat, catalán, declaró que estaba en desacuerdo con el proceso de referéndum llevado a cabo.

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha advertido, ante una más que confusa declaración de independencia por parte del Gobierno catalán, que aplicará la Constitución de los Pactos de la Moncloa, quitándole la calidad de autónoma a Cataluña. Más allá del asombro que nos produce esta fractura social y política, este episodio nos habla de algo que en este país debemos tener en cuenta: el estado tradicional y homogeneizador necesita ser revisado; en países de alta diversidad cultural es definitivamente disfuncional.

No basta con una declaración de plurinacionalidad. Si no nos atrevemos a crear estados que enlacen institucional y eficientemente su diversidad local, al tiempo de ser funcionales con el resto de regiones del mundo, estos no solo tendrán conflictividad social, sino que colapsarán.

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