Carrión: la Iglesia en capilla

Carrión: la Iglesia en capilla
Carrión: la Iglesia en capilla

A Benjamín Carrión (Loja, 1897 – 1979), una de las mentes más lúcidas del siglo XX, se lo ha conocido principalmente como ensayista, diplomático, gran pensador, gestor cultural y, claro, padre de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Su faceta como narrador de ficción es quizás menos conocida. No obstante, creo que es uno de los mayores novelistas que ha tenido el Ecuador. Y no por tener una vasta producción ficticia. Vale pensar, por ejemplo, que la gran obra del mexicano Juan Rulfo (1917-1986) se encuentra principalmente en dos libros: ‘Pedro Páramo’ (novela) y ‘El llano en llamas’ (cuentos). No necesitó publicar más para ser reconocido a nivel mundial como otros tantos narradores sí han necesitado hacerlo.


Con mucho regocijo he leído ‘Por qué Jesús no vuelve’, una historia que Carrión escribió en su mayor parte en 1929, aunque, según cuenta en el prólogo de la obra -al cual llama “no es un prólogo”-, la finalizó a su regreso de México en 1959. Cargada de referencias literarias (a través del protagonista de la historia, Juan Antonio Molina, el autor establece un diálogo constante con poetas y escritores como D. H. Lawrence, Proust, Joyce, Rimbaud…), esta narración realiza una suerte de disección a las conservadoras e hipócritas sociedades de Loja (sobre todo) y de Quito de los años 20 y 30 del siglo pasado.


Una crítica mordaz al catolicismo (no al cristianismo), a una curia despiadada, cruel, de doble moral y a una rancia aristocracia dejan en claro las distintas voces narradoras de este texto tan contemporáneo -y por ello tan universal- que debe ser reeditado y conocido por las nuevas generaciones de lectores.

Pero el texto vale también para cuestionar cómo se marcaban los roles masculino y femenino. Cómo los hombres podían desplegar y saciar sus deseos mientras las mujeres ocupaban siempre roles pasivos, a menudo sin voz. Bello texto que, sin embargo, no deja a un lado el romanticismo de una época y que igualmente homenajea a la exuberancia del sur del Ecuador. A la provincia de Loja, a menudo olvidada, tan rica y cargada de mucha historia y cultura.


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