Cambio climático

Jorge Oviedo Rueda

Una agencia gubernamental norteamericana hace una recomendación mundial de que no se use la expresión cambio climático para referirnos a los efectos del industrialismo en el mundo, porque, según ella, es una expresión alarmista.

No me ubico en el grupo de personas que apoyan esta tesis, basada, por supuesto, en la opinión de prestantes personalidades de las ciencias, me ubico en el lado contrario, en el de los que creemos que el industrialismo está asfixiando al planeta, basado en la ciencia, pero, sobre todo, en la razón.

Si la temperatura global sube en dos grados centígrados sería el fin. La imagen de una persona que de tanto comer ha llegado a pesar quinientas cincuenta libras y que no puede parar, es la que mejor grafica esta situación. La civilización del industrialismo comerá hasta explotar. El efecto invernadero se está acelerando cada vez más.

Hoy los bosques del planeta absorben poco más de cuatro mil quinientos millones de toneladas de carbono, con lo cual se puede mantener el equilibrio, pero las necesidades industriales del primer mundo deforestan a un ritmo demencial que, en poco tiempo, las consecuencias serán irreversibles.

¿Qué quiere decir esto? En términos sencillos que la naturaleza dejará de ser aliada del ser humano y pasará a ser su enemiga. En lugar de absorber el carbono, comenzará a producirlo, con lo cual la vida será imposible.

Urge tomar conciencia de este peligro. Lo sorprendente es que la solución no viene del primer mundo que no puede parar de comer, sino de la forma de vida que tienen los pueblos sobrevivientes del genocidio colonizador europeo y de la conciencia de una vanguardia político-espiritual ha comenzado a difundir a nivel político. El Sumak Kawsay revolucionario se perfila como la única solución.

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