¡A rendir cuentas!

Un acierto del Gobierno es la reapertura de escuelas rurales, pero tiene que complementarse con una evaluación coherente de toda la estructura académica de un modelo obsoleto desde la escuela hasta la universidad. La rendición de cuentas y revisión de programas educativos son la clave para fortalecer y descubrir las necesidades educativas que requiere el país.

Durante el correísmo se modificó el sistema de educación para mantener una ideología dominante, afectando derechos y libertades universales. Se consolidó la represión y control a través de organismos visibles en el accionar de una sola persona.

La Venezuela de Maduro es una muestra del fracaso en su real magnitud. De ahí el pedido recurrente de libertad de expresión, de una prensa libre y el derecho de los ciudadanos a estar bien informados. Una depuración institucional sistémica es latente, con voces críticas al frente y un periodismo de investigación incisivo que lo acompañe.

Por la prensa inició el caso de sobornos de Odebrecht, los contratos de la repotenciación de la Refinería de Esmeraldas y la tercerización de la venta de petróleo a China y Tailandia, para citar dos ejemplos. La injerencia en la justicia fue evidente con los juicios contra periodistas y medios que fueron perseguidos por realizar su trabajo.

Sin embargo, el Gobierno optó por contratar empresas auditoras autónomas para verificar desfalcos que se cometerían durante una década y evitar la infamia de llamar ‘persecución’ a la delincuencia organizada, pero hay cambios en la educación que no pueden esperar.

El fracaso de Yachay viene segmentado y en gotero, pero tienen que implementarse salidas para recuperar la educación superior pública en su contexto con escaso presupuesto. Tal vez sea el momento de dejar de financiar a esas universidades que se autodenominan ‘privadas’, pero reciben fondos estatales o convertirlas en públicas. La entrega de becas y el registro de viajeros sorpresa a China evidencian un sistema clientelar con que actuaba el gobierno anterior.

Las denominadas ‘escuelas del milenio’ fueron otro acto del populismo obsesivo sin apego a la realidad comunitaria de muchas zonas rurales, que no consideró los mecanismos de transporte de estudiantes. Este es el momento de recuperar valores y ética en un ser humano que puede viajar a la luna, pero luce derrotado ante el impacto de un teléfono celular. Cualquier medicina no puede ser más cara que el efecto de la enfermedad.

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