A la moda

Daniel Marquez Soares

Los ecuatorianos estamos a la moda. Si en una reunión algún español empieza a disertar sobre el caso de “La manada”, nosotros ya podemos decir “en Ecuador también enfrentamos ese suplicio”. Si activistas o académicas extranjeras enarbolan su discurso sobre femicidio, acoso y patriarcado, nosotros podemos sacar a relucir el reciente crimen pasional de Ibarra.

Cuando un norteamericano conservador despotrica contra los inmigrantes envueltos en crímenes o un europeo se queja del ingreso descontrolado de refugiados, también podemos meternos en la conversación. Incluso estamos en sintonía cuando un brasileño seguidor de Bolsonaro se queja de los obstáculos que tiene la policía para usar la fuerza. Luego de los últimos sucesos, estamos perfectamente sincronizados con los temas mundiales del momento.

Si queremos adivinar cuáles son los temas que dominarán en Ecuador el debate público, que cautivarán la preocupación de políticos, ciudadanos y medios en un momento dado, solo debemos ver cuáles eran los temas de moda en los países grandes un año antes. Si está de moda afuera, encontraremos, como sea, la forma de ponerlo de moda aquí adentro; por eso hablamos de aborto, femicidio, acoso, inmigración, ‘fake news’, catástrofe ambiental, transgéneros, etc.

En un futuro no muy lejano rebasaremos la barrera de lo risible y discutiremos con gran seriedad la compatibilidad del islam con nuestros valores, la epidemia de los opiáceos, las granjas orgánicas, la deuda estudiantil, el ‘shutdow’ o la crisis de la Unión Europea.

El problema con los diagnósticos ajenos es que conllevan propuestas de soluciones también ajenas y, por ende, inútiles. Nadie niega lo trágico y lamentable de lo sucedido en Quito e Ibarra, pero querer interpretar esos hechos desde la óptica intelectual extranjera de moda, como ejemplos que nos permiten convenientemente participar en el debate internacional, es ridículo.

Tenemos nuestros propios problemas; nuestras tragedias tienen orígenes, jerarquías y soluciones diferentes a las de otros países. Como buenos acomplejados, más que progresar, nos interesa estar a la moda; para mirar adentro, siempre escuchamos primero qué dicen afuera.

[email protected]