Un joven se pone al frente de la cultura en Tungurahua

Un joven se pone al frente de la cultura en Tungurahua
Representante. Fernando Cerón es el nuevo director de la Casa de la Cultura núcleo de Tungurahua.

Sus dos aretes en la oreja izquierda, sus jeans, zapatos deportivos y frescura al hablar seguramente son un indicio de lo que será la Casa de la Cultura núcleo de Tungurahua los próximos cuatro años, al parecer la juventud se tomó por ‘asalto’ un espacio que fue destinado por décadas a la solemnidad y la gente adulta.


Fernando Cerón, tiene 27 años de edad, y es el nuevo director de la Casa de la Cultura. En 69 años de existencia de esta institución es el director más joven de la historia.


Fernando encontró la cultura como se encuentran las cosas importantes de la vida, haciendo caso al corazón, desde niño se inclinó por la lectura, en sus vacaciones se sumergía para volar en la amplia biblioteca que tenía su abuelo, de quien, a parte de heredar sus libros, recibió el legado político de un sindicalista de izquierda, ideología que mueve las acciones y proyecto de vida de Cerón.


Pero ese pensamiento anti sistema y revolucionario, sumado a la rebeldía de la adolescencia no eran una buena combinación en un colegio de élite de la ciudad donde estudiaba Fernando, y esa ‘bomba molotov’ algún día tenía que estallar, así que en sexto curso fue expulsado de esa institución educativa por grafitear fuera del plantel.
Es que a los 16 años las hormonas y la pasión van más rápido que las neuronas, y ese ‘embale’ de querer comerse el mundo hace que los límites no existan.
Con esa efervescencia que solo los sub 16 tienen, Fernando junto a otros ‘panas’ crearon su primer colectivo cultural ‘Pandemonium’ (reunión de demonios), dedicados, a más de grafitear, a hacer literatura. En ese proceso estos ‘diablos’ publicaron dos revistas literarias con algunos escritos. Ese ya era un indicio que la cultura marcaría la vida de Fernando.


Después que logró salir del lío de no encontrar donde estudiar, y pasar de un colegio ‘aniñado’ a uno de ‘pueblo’, Cerón culminó sus estudios para empezar a construir otra de sus pasiones, la sociología. Viajó a Quito y combinó su formación académica con la gestión cultural. En la Universidad Católica fue parte de varios proyectos de teatro, literarios y de organización de eventos artísticos. Sin embargo, la capital no era para él, su tierra, sus raíces le jalaban, y por eso ni bien tuvo el ‘cartón’ en mano regresó para Ambato, en donde piedra a piedra empezaría a construir su camino hacia la dirección de la Casa de la Cultura.

¿Qué significa hacer cultura en Ambato?
Es básicamente un reto, estamos en una ciudad que tiene una gran cantidad de problemas sobre el tema de la cultura. En Ambato el comercio que es un articulador importante en la ciudad le ha ido negando espacios a actividades que no tengan un carácter productivo económico.

Pero se dice que Ambato es inminentemente cultural.
Eso no es real, Ambato tiene una potencialidad en lo cultural, pero han existido ciclos, por ejemplo la época de 1966 hasta 1974 en lo que se llamó la revolución cultural, luego decae y toma un nuevo impulso en los noventas con grupos de músicos independientes (…) pero más o menos desde el 2006 en Ambato hay un bajón.

¿Por qué desde hace más de 10 años la cultura en la ciudad no logra despegar?
Hay una cuestión de institucionalidad, a muchas instituciones no les gusta que los procesos que están por fuera de ella surjan, porque le cuestionan, y entran en espacios de competencia absolutamente desleal, porque pones a competir un ministerio con un centro cultural que se instaló en la casa de algunos ‘panas’.
Otro gran problema es un tema de egos alrededor del arte.

¿Y esto pasa solo aquí o es un tema generalizado?
Pasa en muchas partes, aquí en Ambato cada artista cree que es el mejor, que es lo más acabado, hay una dinámica muy cosmopolita de la ciudad, es decir estamos atrapados aquí mismo, estamos encerrados, no salimos. En Ambato se han construido cacicazgos alrededor del arte.

¿Por qué desde la Casa de la Cultura no se ha podido articular a los artistas?
Es una institución muy compleja, que en cierto momento se transformó en extensión de clubes sociales de la ciudad, convirtiéndose en un espacio de élite donde no entraba nadie y solo estaban los que tenían ‘x’ o ‘y’ apellido y hubo gente que se quedó 18 años frente a la institución y no pasó mayor cosa.
En los últimos cuatro años hay un proceso interesante de democratización donde se permite que más gente entre a la Casa y se amplíen los espacios.

¿Cómo lograr articular esta visión joven con los otros actores que han sido parte de la Casa?
Nosotros hablamos con los compañeros de la vieja guardia y escuchamos profundamente sus consejos porque siempre tenemos que aprender, pero hay personas con larga trayectoria en la Casa de la Cultura que aceptan humildemente que el mundo cambió y que algunas expresiones culturales no son comprendidas.
Vamos a fortalecer los espacios de cultura independiente, nosotros creemos profundamente en la construcción de lo nuevo pero respetando la tradición, no vamos hacer tabla rasa del pasado, porque no podemos olvidar lo que se ha hecho y lo que se ha construido.

¿Cuál va a ser el proyecto ícono de esta administración?
Generar procesos culturales, establecer en territorio grupos que hagan arte. Entonces es importante cerrar esta etapa de los auspicios de 100, 200 o 300 dólares a muchos proyectos pequeños, y pasar a entregar financiamiento a proyectos más grandes que respondan a la generación de procesos culturales en territorio.

¿Cómo hacer que la Casa de la Cultura llegue a toda la provincia y no solo a Ambato?
Vamos a trabajar con mucha fuerza la extensión de Baños, porque pensamos que allí hay que articular la circulación de bienes culturales. También vamos a trabajar la extensión de Píllaro desde la recuperación de la memoria y de saberes ancestrales, además pensamos sacar la biblioteca del edificio central y llevarla a Píllaro. (FC)