Sociocomunistas en España

Hace un tiempo, de una manera que bien pudo encontrarse en las obras de don Francisco de Quevedo, el Doctor y el Coletas alcanzaron el poder político en las Españas. El uno socialista, con un pasado académico interesante, el otro comunista, hábil en el paso de la pobreza a la riqueza. Ambos gozan de un privilegio digno de recordarse: su manejo de la pandemia del virus chino ha sido la peor de toda la Unión Europea. El número de fallecidos asusta, pero asusta más la serie de contradicciones y titubeos en los planes preventivos, lo cual es un decir, porque de preventivos….

Sin embargo, el fracaso mayor se halla en la gestión de la economía. Según fuentes muy confiables, el Producto Interno Bruto ha descendido en un 11%, a niveles de…. ¡finales de la Guerra Civil! Guerra que culminó (ojo) en 1939. El número de desempleados ha subido como la espuma de un cava catalán en Nochevieja; muchos jubilados, como nunca antes, se han quedado sin su pensión, según se quejan. En pocas palabras, la economía española de la mano de los sociocomunistas ha naufragado como la Armada Invencible, pero no por la fuerza de los elementos, sino por la impericia de sus capitanes.

En ese retablo de las maravillas que es la política española no debe admirarnos el fracaso del gobierno sociocomunista, pues no se trata de la excepción sino de la norma: en todos los países en donde se ha experimentado con las recetas, recicladas o no, del viejo alquimista de la economía llamado Karl Marx se ha cosechado crisis y pobreza, y cuando no, pobreza y crisis.

Decían los viejos filósofos medievales, tan ignorantes ellos del neomarxismo cultural, que “contra los hechos no sirven los argumentos”. El hecho indudable es que España ha entrado en una crisis de pronóstico reservado gracias a las iniciativas de sus gobernantes y sus aliados. No es el único caso, todos conocemos otros.

Lo más triste de ver esos toros de lejos es que por otros ruedos más cercanos algunos aficionados pretenden llevar a sus pueblos por los mismos derroteros de fracaso y miseria. Aunque parezca mentira.