Adiós a Silvia

MIGUEL ÁNGEL RENGIFO ROBAYO

Inesperado, acusante, como el trancazo en la cien, el ventarrón en los ojos, ha resultado el anuncio, la noticia y el silencio, por la partida de Silvia Fabara Jácome, quién junto a Fanny Tapia, inseparable, representan el profundo aroma de la poética femenina contemporánea de Cotopaxi, en ella se dilucida el compromiso de quienes desde su época florida han representado a la poesía femenina de la ciudad.

Ya asoman pululantes los risueños pesares de tanto fanático que sin sospecha alguna hace anuncios, tribulaciones post mortem, sin siquiera parecer a una generación que estuvo en activo desde su condición y honestidad intelectual, mi estrecha timidez me acercó a Silvia Fabara en la complicidad que tenía por algunos escritores connotados de nuestra literatura local; algunos mensajes compartidos y sentidos para elogiar a destacados amigos intelectuales que, como ella, de Dios gozan ahora.

Me parece inoportuno esperar tanto para vaticinar una ausencia inesperada, para valorar con creces su “desaparición”, no es más que un socorro inapropiado el plagiar hasta el cansancio la nota de pesar o la esquela fúnebre en las plataformas virtuales, eso es un empacho; me conmueve que se pretenda justificar, justipreciar su aporte siempre denodado de Silvia Fabara Jácome que desde sus espacios emprendió con firme convicción el arte y la cultura.

Su paso por la radiodifusión, como miembro correspondiente de la Casa de la Cultura, como funcionaria y maestra en la Dirección de Educación de la provincia empeñó todo su talento y condición humana como una virtud de servicio.

Pero reconozco en cambio a la colega crítica y anhelante que supo a su debido tiempo compartir inquietudes, además de ciertos actos de suma trascendencia social y fraterna. Quedan el legado, su aporte nutricio a las letras locales, su poética de servicio y razón en el lado más sensible de afanar y defender los derechos de toda mujer sin condición alguna como única reivindicación de su estirpe, la de poeta.

Mi condolencia y afonía como señal de respeto a su memoria, a su familia y cercanos, a Darwin Fabara su hermano, quienes de cerca también ha hilvanado su compromiso con el cenáculo de la cultura de este lado del corazón de un país y que gozaron de la tertulia de don Benjamín Carrión Mora a su debido tiempo, además de compartir con grandes referentes de la intelectualidad de Latacunga y del país.