Las hermanas Montes, orgullosas de sus raíces

HERMANAS MONTES
Las docentes son reconocidas en Quevedo, durante años ejercieron la docencia.

Sus trayectorias como educadoras las han convertido en personajes ilustres. Formaron a cientos de profesionales.

El paso de los años ya es notorio en las hermanas Lupe e Irma Montes y no es para menos, pues ya tienen siete décadas en los hombros, sin embargo no hay dolor que las agobie.

Les gusta compartir con sus amistades, organizar amenas reuniones, pasear por el Ecuador y por otras partes del mundo.

En su carrera profesional como docente de muchas juventudes y de miles de jóvenes que ha formado, Lupe Montes recuerda como si fuera ayer cuando impartía sus conocimientos en la escuela José Isaac Montes, nombre de su abuelo en la escuela Quito, luego de 17 años dio un gran salto al trabajar en el colegio Nicolás Infante Díaz, allí estuvo por alrededor de tres décadas.

Sus 47 años de trabajo en el magisterio son suficientes para decir que ha dejado su legado en la ‘Ciudad del Río’.

Es una docente muy recordada por muchos de sus alumnos, entre ellos, Eduardo Díaz Ocampo, reconocido profesional.

Aseguró que no hay nada mejor que la denominada ‘vieja escuela’, aquella donde solo bastaba que el maestro ingresara al aula de clases para que el alumno prestara total atención.

“Ahora se les da prioridad a los niños para que nos les digan nada y considero que han hecho mal porque no debería ser así. Nada se les puede decir porque ya es acoso. Suerte que no nos tocó vivir esta época”, dijo.

Se comprometió con William Mosquera, de profesión abogado, quien falleció hace tres años. Expresó que esa pérdida fue un golpe fatal para su vida, pero ha logrado resignarse. Sus tres hijos ya son profesionales, y aquello la llena de satisfacción.

Sobre el surgimiento de Quevedo recordó varias anécdotas, por ejemplo que en 1936 les tocaba pasar peripecias por la falta de servicios básicos, tenía que estudiar con lámparas a combustible ya que no había energía eléctrica.

Fue así que un grupo de personas, entre ellos Gilberto Montes Véliz, padre de ellas y quien era contador y periodista, gestionaron la cantonización de Quevedo.

Don Gilberto fue condecorado en 1965 por conocer con exactitud la historia de esta pujante tierra e incluso en 1937 hizo un croquis de la misma.

 

Ama su profesión

Por su parte, Irma Gardenia Montes asegura venir de una ‘dinastía’ de profesores y es por eso que desde muy joven ‘abrazó’ con amor la profesión de educadora.

Su abuelo José Isaac Montes fue el primer profesor de Quevedo y su padre, quien también era docente, formó parte de reconocida escuela Manuel de Jesús Calle, algo que le enorgullece grandemente porque sus nombres forman parte de la historia.

Ella fue presidenta del Comité de Damas de Cruz Roja, de la Asociación Unión Obrera de la Cooperativa de Ahorro y Crédito, Directora de la Escuela Quito y también incursionó en el campo político.

La anécdota más grande en su carrera como docente la vivió cuando solo tenía 17 años ya que le tocó dar su discurso para recibir al expresidente de la República del Ecuador Carlos Julio Arosemena.

Indicó que cuando le entregó un presente al mandatario empezó hablar de lo negativo como no pagarles a tiempo los maestros y las consecuencias que eso traía, fue allí cuando uno de los coroneles, César Paredes, ordenó que le retiren los micrófonos, pero el presidente lo impidió, situación que causó euforia y el público lo aplaudió. Lo malo llegó con el tiempo ya que cancelaron sus servicios como profesora, aquello la hizo decaer, sin embargo, se apoyó en los hombros de su padre y siguió.

Pero no todo fue malo ya que después de tanta peripecias logró entrar de nuevo al magisterio. En la escuela Quito dejó un gran legado, incrementó el número de aulas y obtuvo computadoras.

“Transmitíamos valores que aplicaban en sus casas con sus padres”, finalizó.

A Lupe e Irma Montes les gusta viajar por el país y otras partes del mundo.