Venezuela se queda sin glaciares

El pico Humboldt es el segundo pico más alto de Venezuela, con unos 4942 metros sobre el nivel del mar.​

Venezuela se ha convertido en el primer país de la era moderna en perder por completo sus reservas de hielo glaciar.

El vecino país que alguna vez albergó seis impresionantes glaciares que cubrían un vasto territorio de 1.000 kilómetros cuadrados, ha visto cómo su último vestigio congelado se desvanece, dejando solo pequeños fragmentos de hielo que ya no califican como glaciares.

Hasta principios del siglo XX, Venezuela presumía de una majestuosa corona de hielo en sus cumbres andinas. Sin embargo, para 2011, cinco de sus seis glaciares habían desaparecido por completo, dejando solo al emblemático glaciar

La Corona en el Pico Humboldt del Parque Nacional Sierra Nevada. Aun así, este último bastión congelado ha sufrido un declive tan acelerado que ahora ha sido reclasificado como un simple campo de hielo. En su apogeo, La Corona abarcaba una impresionante extensión de 4.5 kilómetros cuadrados. No obstante, en la actualidad, su superficie se ha reducido drásticamente a menos de 0.02 kilómetros cuadrados, una fracción minúscula del 0,4% de su tamaño original.

Para que un cuerpo de hielo sea considerado un glaciar, debe tener al menos 0.1 kilómetros cuadrados de extensión, un umbral que La Corona ya no alcanza.

Una pérdida catastrófica
Los datos científicos revelan una realidad alarmante: entre 1953 y 2019, la cobertura glaciar en Venezuela se ha reducido en un asombroso 98%. Sin embargo, lo más preocupante es la aceleración de esta pérdida después de 1998, alcanzando un pico de alrededor del 17% anual a partir de 2016. En tan solo dos décadas, La Corona, que cubría 0.6 kilómetros cuadrados en 1998, se había reducido tanto que en 2015 estaba al borde de perder su estatus de glaciar.

Consciente de la gravedad de la situación, el gobierno venezolano intentó una medida desesperada en diciembre: cubrir el glaciar Humboldt con una manta geotextil, una cobertura fabricada con materiales sintéticos como polipropileno o poliéster, diseñada para proteger los glaciares de la radiación solar directa y reducir su derretimiento. Esta estrategia, conocida como “mantas térmicas”, ha sido empleada en varios glaciares alrededor del mundo como una medida de mitigación contra los efectos del cambio climático. Sin embargo, en Venezuela, el plan no solo fracasó, sino que también provocó la ira de los conservacionistas.

Argumentan que esta estrategia mal concebida podría conducir a la contaminación del ecosistema a medida que la tela se descompone en microplásticos con el tiempo. La desaparición de los glaciares en Venezuela podría tener repercusiones significativas en los ecosistemas de montaña, especialmente en la sierra de Mérida. La desaparición del glaciar del Pico Humboldt está permitiendo la lenta colonización de vegetación en las zonas rocosas anteriormente cubiertas por hielo. La formación de nuevo suelo y la adaptación de especies a las cambiantes condiciones climáticas son inciertas, destacando la urgente necesidad de medidas de conservación.

Un legado perdido
La pérdida total de los glaciares en Venezuela marca un trágico final para un país que alguna vez albergó eventos de esquí de fondo hasta la década de 1950. Este hito sombrío en la lucha contra el cambio climático no solo representa una pérdida ambiental, sino también un recordatorio del impacto profundo que nuestras acciones tienen en el delicado equilibrio de nuestro planeta. Ante esta crisis sin precedentes, es imperativo que la comunidad internacional tome medidas enérgicas para abordar el cambio climático.  La desaparición de los glaciares en Venezuela es un síntoma alarmante de un problema global que requiere una respuesta coordinada y urgente.

Solo mediante la adopción de políticas ambientales sólidas, la transición hacia energías renovables y la promoción de prácticas sostenibles, podremos evitar que otros países sufran un destino similar y preservar nuestros preciosos recursos naturales para las generaciones futuras. La lucha contra el cambio climático no es una tarea fácil, pero es una responsabilidad que no podemos eludir. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar, desde reducir nuestra huella de carbono hasta apoyar iniciativas de conservación. Solo mediante la acción colectiva y un compromiso inquebrantable podremos revertir el curso y proteger nuestro hogar compartido, el planeta Tierra.

La desaparición de los glaciares en Venezuela es un recordatorio sombrío de la crisis climática que enfrentamos. Sin embargo, también representa una oportunidad para unirnos y tomar medidas enérgicas para proteger nuestro medio ambiente. Juntos, podemos construir un futuro más sostenible y garantizar que las generaciones venideras puedan disfrutar de la belleza natural que aún queda en nuestro planeta.

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