Panamá: el paraíso moderno

La modernidad e historia de Ciudad de Panamá, sus paisajes naturales, gastronomía, calidez de su gente y diversidad de atractivos hacen posible que miles de turistas visiten esta urbe cada año.

Crónica de Jefferson Ojeda

Caminar por las calles de Ciudad de Panamá es como adentrarse en un cuento donde la modernidad se entrelaza con la historia, y cada esquina guarda un tesoro por descubrir. Esta ciudad, bañada por el sol y acariciada por la brisa marina, fusiona a la perfección sus imponentes edificaciones modernas con la amabilidad de su gente, seguridad, gastronomía, cultura y paraísos naturales que cada año atraen la atención de miles de turistas alrededor del mundo.

Desde el momento en que llegué, me contagié con la vibra de una ciudad que palpita a ritmo propio. Con una temperatura que oscila entre los 30º durante esta temporada del año, Panamá se convierte en la opción perfecta para quienes gustan del clima caluroso, salir de compras y visitar sus cristalinas playas.

Tras mi visita por este país, me sorprendió la gran afluencia de turistas de todas partes del mundo, ansiosos por descubrir los encantos de esta tierra. Desde Estados Unidos hasta China, pasando por Francia, Italia e India, Panamá atrae a viajeros de diversos rincones del planeta, quienes llegan para disfrutar de sus vacaciones o visitar familiares.

Y es que, desde que se retomó la construcción del Canal de Panamá en 1904 y su posterior inauguración en 1914, Panamá ha logrado convertirse en punto de referencia en el mapa mundial, al contar con una de las obras de la ingeniería más majestuosas de los últimos tiempos. Esta infraestructura conecta el Océano Atlántico con el Pacífico, ahorrando así dinero y tiempo de viaje a distintas empresas del mundo.

El Canal de Panamá, además de beneficiar a grandes embarcaciones, también ha influido para que inversionistas de diferentes países pongan sus ojos en Panamá, apostando en la construcción de imponentes edificios que hoy en día funcionan como centros comerciales, departamentos, hoteles, centros de diversión, casinos u oficinas, enriqueciendo aún más el potencial turístico de este territorio.

Pero no todo son edificios de hasta 280 metros de altura. Panamá también alberga una parte histórica que toma forma en su conocido Casco Antiguo, rodeado de construcciones con estilo medieval y barroco que guardan tradición y cultura. Caminar por sus estrechas y pintorescas calles es contagiarse de música, color y arquitectura. En sus esquinas toman protagonismo restaurantes con comida típica de diferentes partes del mundo, bares y locales de artesanías. Es una fusión de múltiples elementos que elevan la experiencia del turista y hacen que valga la pena volver.

Y qué decir de la Cinta Costera, un espacio de más 7 kilómetros de longitud, rodeado de jardines, ciclovías, campos deportivos, miradores y restaurantes tradicionales, donde se pueden degustar platos típicos como sancocho, tamales, recalentado y arroz con pollo, además de refrescos naturales y cervezas populares como la Balboa y Panamá. Es el lugar predilecto para sentir la fresca brisa del viento y observar, desde lo lejos, los colosales edificios que rodean a Panamá.

A pocos minutos se encuentra la Calzada de Amador o también conocida como Causeway, una vía que conecta a la Ciudad de Panamá con cuatro islas en el Pacífico: Naos, Perico, Culebra y Flamenco. Al recorrer este paradero turístico, se puede disfrutar de impresionantes atardeceres, recorridos en yate y una amplia oferta de mariscos en todas sus presentaciones y sabores.

Estos son solo algunos de los principales lugares que visité y que hicieron que mi experiencia sea inolvidable. Desde la fascinante mezcla de historia y modernidad hasta la exquisita gastronomía y la belleza natural, cada rincón de esta ciudad ofrece una aventura única y memorable. Me traje conmigo muchos recuerdos, aprendizajes y una huella imborrable que me impulsa a seguir explorando nuevos destinos.