Mitos y verdades del sindicalismo ecuatoriano

Autor: Pedro Velasco Espinosa| RS 65


El Centro Católico de Obreros es la primera organización de obreros católicos en el Ecuador. Fundada el 19 de marzo de 1906, con oportunidad de la fiesta de San José, Patrono de los Obreros, por cuatro personajes de gran alcurnia moral y social: Jacinto Jijón y Caamaño (), Manuel Sotomayor y Luna (), Julio Tobar Donoso () y Carlos Manuel Larrea Rivadeneira ().

De la Memoria de la CEDOC reproduzco lo siguiente:
“El dominico Inocencio Jácome, en 1933, crea los sindicatos de oficios denominados Corporaciones Vicentinas y los Centros de Cultura del Obrero. Los intelectuales católicos Pedro Velasco Ibarra y Luis Alfonso Ortiz Bilbao, entre otros, alentados por los nuevos planteamientos sociales de la última encíclica de la época (), se vinculan con las organizaciones de obreros y artesanos. Estas iniciativas culminan cuando, en la ciudad de Quito, del 28 de septiembre al 2 de octubre de 1938, se reúne un congreso de sociedades, mutualistas, corporaciones y centros culturales de artesanos y obreros –particularmente de los primeros- que deciden fundar la Confederación Ecuatoriana de Obreros Católicos (CEDOC), actualmente denominada Central Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas (CEDOC-CLAT)”.

La Dra. Isabel Robalino, en su obra sobre la historia del Centro escribe lo siguiente:
“Hacia 1938 aparece en el Centro Católico de Obreros la figura de Pedro Velasco Ibarra, Vicepresidente primero, bajo la presidencia de José M. Vacas, asume luego la presidencia. Es notable su actividad en el desenvolvimiento de la organización obrera católica. Fue con el Padre Inocencio Jácome, O.P., el promotor del Primer Congreso Nacional de Obreros Católicos y presidente del mismo. Su presencia en el catolicismo social, se señala por la búsqueda de nuevas estructuras, de la eficacia de los derechos de los trabajadores.

El 21 de agosto en la sesión del Centro, su presidente Pedro Velasco Ibarra, con la presencia de 60 socios y delegados de varias sociedades, propuso la celebración del Congreso Obrero Católico, y el 25 del mismo mes, con la presencia de 98 socios del Centro y delegaciones de 19 sociedades obreras, se fija la fecha del Congreso para los días 28 de septiembre a 2 de octubre del mismo año de 1938. El Padre Inocencio Jácome fundamenta el apoyo a la idea del Congreso Obrero Católico en el hecho de “que el obrero de derecha nada había hecho para defender sus derechos pisoteados”.

El 10 de septiembre del mismo año de 1938 se publicó por la prensa la convocatoria oficial.
El Congreso se reúne en la Iglesia del Cristo Rey del 28 de septiembre al 2 de octubre, con las sociedades existentes en ese momento, gremios, sociedades, mutualistas, hermandades, sociedades culturales. Se desarrolla durante once sesiones con delegados del Carchi, Imbabura, Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo, Bolívar, Cañar, Azuay, Loja, El Oro, Guayas, Manabí y Esmeraldas, en número de 233. La directiva la integran: Presidente, Pedro Velasco Ibarra; Vicepresidentes, Carlos Eduardo Guzmán y Miguel Villacís; Secretarios, A. Palacios y A. Hidrovo.

El Congreso proclama, entre sus fines, la fundación de sindicatos “en todas las poblaciones del País”, reconocidos como únicos medios de defensa de los legítimos intereses del obrerismo. Rechazo al sindicato único y obligatorio, “porque es el instrumento de tiranía monstruosa”, pidiendo que el Estado garantice la libre sindicalización. Estableció, como principio, la unión de los sindicatos católicos con los otros de diferentes tendencias para patrocinar causas justas. Rechazó el sindicalismo revolucionario.
El Congreso proclamó que los sindicatos no son organismos políticos y que “en defensa de sus asociados pueden hacer uso de todos los medios lícitos, incluyendo como tales, la huelga y el boicoteo, cuando se hubieren agotado los medios conciliatorios”.



El Congreso propugnó el cooperativismo, y en sus resoluciones manifestó: “exigimos para los sindicatos católicos el derecho de tener y elegir sus representantes dentro de los organismos donde se discutan o resuelvan cuestiones que les afectan, y especialmente: a) en las oficinas dependientes del Ministerio de Previsión Social, que tienen relación con cuestiones de trabajo; b) en la Caja del Seguro Social; c) en el Instituto de Previsión Social; d) en el Instituto de Reforma Agraria; e) en las comisiones arbitrales, en los jurados mixtos, etc., que se creen para dirimir conflictos de trabajo”.

Pidió la participación de beneficios, la fijación de salarios mínimos por medio de comisiones, la observancia de la jornada de 8 horas, el descanso semanal de día y medio, las vacaciones anuales pagadas, el que se tomen medidas para la instalación higiénica de las empresas, la indemnización por accidentes de trabajo pata todos los trabajadores, extendiéndose expresamente a los agrícolas; que se declare inembargable la pequeña propiedad familiar, el pago de salarios iguales, sin distinción de sexo.
El Congreso habló también de la reducción de los impuestos indirectos que graven los artículos de primera necesidad; el establecimiento del impuesto progresivo a la renta; el establecimiento del salario familiar, para que la mujer no se vea obligada al abandono del hogar para aumentar el insuficiente salario del marido.

Trató del seguro de desocupación, del seguro de vejez y enfermedad; de la creación de cajas de ahorro, de cooperativas, de la reforma agraria, de la creación de escuelas profesionales.
Muchas de las aspiraciones planteadas en el Primer Congreso Obrero Católico coincidirán con el contenido del Código del Trabajo.

El Segundo Congreso Nacional de Obreros Católicos Ecuatorianos
Triunfante la Revolución del 28 de mayo de 1944 que llevó al Poder, por segunda ocasión, al Dr. José María Velasco Ibarra, cobra renovados bríos la formación de organizaciones obreras; en dicho año, otro Pedro, de apellidos Saad Niyaim, es el forjador de la Confederación Ecuatoriana de Trabajadores (CTE). Así, pues, dos Pedro, el uno católico y el otro marxista, crean las dos confederaciones más representativas del obrerismo ecuatoriano: la CEDOC y la CTE, cada cual, con sus postulados de servicio al obrero, con rumbos ideológicos dispares y métodos de acción propios.
Del 30 de junio al 2 de julio de 1944 se reúne en Quito el II Congreso Nacional de Obreros Católicos Ecuatorianos, organizado -como el primero- por iniciativa de Pedro Velasco Ibarra. La CTE reunirá su congreso fundacional dos días después de clausurado el II Congreso de la CEDOC. Las sesiones solemnes inaugurales de ambos congresos contaron con la asistencia del Presidente de la República Dr. José María Velasco Ibarra.

La organización y realización del II Congreso Nacional del obrerismo católico cuenta con la decidida colaboración de la Juventud Universitaria Católica y, entre las colaboradoras –destaca el Boletín Oficial del mismo- se cuentan “la doctora Isabel Robalino, Dora Leonor Bastidas, Alicia Valdez, Laura Jiménez, Albina Andrade, Anita y Emma Musello y Fluvia Dávila, al tiempo que la propia Memoria resalta “la admirable campaña de propaganda” realizada por Jaime Suárez, Jaime Mensías, Dr. Carlos Riofrío, Dr. Jaime Flor Vásconez, Leonardo Moscoso Loza y Jaime Martínez Espinosa, quienes “contaron con la valiosa colaboración de muy distinguidos e inteligentes obreros, señores Carlos Luis Proaño, Luis F. Pacheco, César Coronel, Augusto Gallardo y Jorge Caicedo”.

Las autoridades del II Congreso fueron elegidas así: Presidente: Pedro Velasco Ibarra; Vicepresidentes: Doctora Isabel Robalino Bollé, Roberto Cornejo C. y Ángel Murriague; Secretarios: Pedro R. Narváez N., José A. Quevedo, Aurelio Moscoso R. y Francisco J. Lovato V.
Las principales recomendaciones del Congreso pueden resumirse así: Obtener que en el Presupuesto Nacional se asignen fondos para la Enseñanza Particular; Que los colegios particulares no sigan bajo la tutela de los colegios fiscales; Establecimiento de escuelas de orientación profesional; Establecimiento en cada provincia de escuelas técnicas; Creación de escuelas para indígenas en sus propias comunidades; Creación de establecimientos de capacitación agrícola; Creación de comedores escolares para alumnos de escasos recursos, para bridarles desayunos y almuerzos; Creación de “jueces de agricultura”, para conocer de causas promovidas por trabajadores agrícolas, mediante el trámite “verbal sumario”.

Accediendo a una petición del Congreso, el Presidente Velasco Ibarra dicta un decreto con el siguiente artículo de fundamental importancia para el Obrerismo no solo católico sino ecuatoriano:
Art. 1º.- La representación funcional del Trabajo a la Asamblea Constituyente constará de ocho Representantes: seis serán elegidos por el Congreso Nacional de Trabajadores y dos por el Congreso Obrero Católico.
El Congreso Nacional de Trabajadores elegirá tres Representantes por los trabajadores de la Sierra y tres por los de la Costa.
El Congreso Obrero Católico elegirá un Representante por los trabajadores de la Sierra y otro por los de la Costa.

Los títulos de tales representantes serán extendidos por el Presidente y el Secretario de los respectivos Congresos.

Recurro, nuevamente, al testimonio de la preclara defensora de los derechos de los trabajadores, la Dra. Isabel Robalino, quien, en su obra El Sindicalismo en el Ecuador, hace mención el siguiente apunte muy significativo:

“El II Congreso recibe la expresión del “más cálido saludo y solidaridad clasista” por parte del Comité Nacional de los Trabajadores del Ecuador” afiliado a la Confederación de Trabajadores de América Latina”, a su vez que el Congreso de la CEDOC “formula sus más entusiastas votos porque el Congreso Nacional de Trabajadores que se reunirá en Quito el 4 del presente mes, adopte las mejores resoluciones para el beneficio de nuestra clase.” (Se trata del Congreso fundacional de la CTE que se reunirá el 4 de julio de 1944).

Pedro Velasco Espinosa