Libro. El desierto de los Tártaros de Dino Bozzati

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Esta novela convoca al lector a reflexionar sobre la vida, el aburrimiento, la monotonía, la soledad, la indiferencia, la falta de libertad para tomar decisiones, la resignación y el olvido.

 

A través de la historia creada por Dino Bozzati penetramos en la vida militar desarrollada en la Fortaleza Bastiani ubicada en el Septentrión, y en medio de un desierto con desfiladeros y formaciones rocosas de difícil acceso.

A ese lugar y como primer destino llega Giovanni Drogo, teniente del cuerpo militar italiano, dejando para ello la ciudad y una vida normal. Al conocer la Fortaleza quiere huir porque siente que la oscuridad se apodera de él, pero no puede hacerlo.

Esperó primero cuatro meses, luego muchos años, hasta que la misma Fortaleza lo dejó ir cuando él ya no deseaba hacerlo.

Era un lugar donde no había libertad y se convertiría en una cárcel sin posibilidad de salir. La Fortaleza es esa realidad, es un destino, un recinto de baja categoría, una frontera muerta con un desierto entre dos países ficticios y ubicada en un sector desolado casi inaccesible. Drogo sintió que se encontraba en una tierra extranjera, en un mundo duro e ingrato. Los personajes que viven allí por muchos años tienen un solo objetivo: la defensa de los enemigos cuando haya un ataque.

Se espera   “grandes acontecimientos desde hace años, los mismos que no llegan.

La Fortaleza es un siniestro personaje. Es un cuartel inhóspito, ubicado en la zona septentrional, aislada y solitaria como la misma zona en la que se levanta. Sus habitantes son militares que viven bajo la esperanza de una invasión que llegaría a través de lejanos senderos rocosos y peligrosos.

El título de la novela es directo al mencionar a los tártaros, por lo que conviene identificarlos como un grupo étnico originario de Turquía, mientras que los de Crimea son originarios de Rusia.

El nombre de tártaro se utilizó para incluir a cualquier invasor nómada de origen asiático, tanto en Mongolia como del Occidente de Asia.

Actualmente viven en el Centro y Sur de Rusia, son en la mayoría musulmana suníes, pero también hay muchos cristianos ortodoxos.

¿Qué les retiene a los habitantes de la Fortaleza? ¿Si no hay ningún incentivo? Nadie sale de la Fortaleza. Ellos miran siempre al Norte: “Aspiran que del desierto del norte debía llegar una hora milagrosa que les anime”.

No tenían la alegría de la vida y esperan que algo distinto venga, algo verdaderamente digno. Resulta incomprensible una situación de tal naturaleza, pero cuántas personas aceptan cambiar la vida ordinaria, pública, por la monástica, o el ascetismo, donde no hay amor, felicidad, amistad, compartir, alegría. Pensemos también en los privados de la libertad.

Drogo decidió quedarse, a la final vio belleza en la nieve, las murallas, las nubes blancas. Asumió los hábitos de la Fortaleza como normales, y todo lo hizo suyo. Llegó a sentir felicidad, se acostumbró al silencio, al sonido del viento y del agua. No le importó lo que pasaba fuera después de casi 2 años de vivir en la Fortaleza.  El autor describe la llanura Septentrional, lo que es observado desde la Fortaleza: “Se formaban lenguas de niebla en la llanura, pálido archipiélago sobre un océano negro” (fs. 106)

Recurrir al Septentrión tiene un sentido de orientación de la vida, puesto que es el norte que está definido por la estrella polar. Es el objetivo fijo que no se quiebra.

Quizá la novela quiere trasmitir al colocar la Fortaleza en el septentrión: que es el norte, lo que nunca flaquea, pero es una percepción equivocada por insensible y de irrespeto a las personas, pues a parte de someterlas, la vida no tiene importancia, como cuando un soldado fallece de un disparo y el jefe alaba la puntería de su discípulo y no lamenta la muerte de un ser humano. Es una novela existencialista, de acuerdo a los expertos, en la que sus personajes no encuentran salida. Se advierte una vida rutinaria. Los militares viven en el desierto, en un lugar aislado donde toman conciencia de la soledad; únicamente piensan en la defensa de la Fortaleza Bastiani ya que alguna vez creyeron que habría guerra, lo que no se dio y la desilusión se apoderó de ellos.

Para la generalidad de personas, la vida transcurre a través de metas, sin embargo, en la novela, la Fortaleza es la única meta, y solo la guerra y la defensa harían que cambie la monotonía que impone igualdad en todas las cosas y los días, con una rutina que provoca la resignación ante lo que tristemente se pierde.  De pronto Drogo que ya estaba 4 años en la Fortaleza, se va y afuera observa que ya nada es igual. Regresa por disposición superior, lo que es decepcionante para él. Pierde la esperanza de salir, ve que otros se van, que la historia de los Tártaros no es verdad; se aferra a temas muy pequeños e insignificantes que se convierten en intereses mayúsculos, como cuando mira un punto, una luz distante que se movía y que sería el inicio de una carretera.

Drogo siente la soledad de la vida. Tiene 54 años y el grado de comandante; es el segundo jefe de la guarnición de la Fortaleza, pero no le queda nada, le faltan pocos años para el retiro, su carrera está agotada.

Conmueve que, en un solo personaje, Geovanni Drogo, se haya encarnado toda la soledad, el deterioro de un militar que no tiene esperanza, pues se ha recluido en un lugar donde nada pasa, y no pueda cumplir uno de los objetivos importantes de su carrera: la defensa del territorio de un país. Los días decurren entre disciplinas inútiles, temores, y aburrimiento, siendo la muerte la única salida a una vida sin futuro.

Mariana Yépez Andrade