La ciencia al servicio de la salud

Autor: Revista Semanal | RS 59

A principios del siglo XX, el Ecuador aún era víctima de una serie de enfermedades que amenazaban la salud de grandes segmentos poblacionales: paludismo, reumatismo, poliomielitis y otras, eran moneda corriente, causando innumerables víctimas.

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El estudio de la medicina era una necesidad vital para el país, pero pocos jóvenes se atrevían a tomar su vocación como un servicio comunitario imprescindible para el desarrollo del país. Entre esos jóvenes se destaca el doctor Jaime Rivadeneira Dávila, hijo del médico internista Luis Alberto Rivadeneira García y de la señora Luz María Dávila Peñaherrera, pues recorriendo los pasos profesionales de su padre, se internó en la investigación y estudio de estas verdaderas pestes que asolaban nuestro país.

DATOS PERSONALES
En 1928 ingresó a la Universidad Central del Ecuador para estudiar medicina de donde se graduó primero de licenciado en medicina. Durante su tiempo como estudiante fue nombrado primer ayudante de Zoología y al mismo tiempo fue nombrado profesor de Biología en los colegios “Juan Montalvo” y “24 de Mayo” en Quito. Además, fue asignado como profesor agregado de Biología e Histología en la entonces Escuela Superior de Agricultura y Veterinaria de la Universidad Central del Ecuador.Luego de una amplia trayectoria científica y profesional se gradúa de médico cirujano en el año 1965; es decir su vida científica se inició mucho antes de recibir su título de licenciado en medicina.
Dato curioso; el doctor Rivadeneira, durante sus estudios de medicina colaboró con Max Uhle y Franz Spellmann, científicos europeos que vinieron a trabajar en el Ecuador en la reconstrucción del “Mastodonte de Alangasí​“ (Haplomastodon chimborazi), encontrado en las faldas del volcán Ilaló en 1928.​ Este fósil fue trasladado al Museo de la Universidad Central del Ecuador donde en el año 1929 fue consumido por las llamas de un incendio.

Quizás haya sido su vocación o el influjo de su padre y de estos científicos con los que laboró, lo cierto es que Jaime Rivadeneira, entregó gran parte de su vida al estudio, a la investigación de la Histopatología, ciencia dedicada a estudiar el diagnóstico de enfermedades (Patología) a través del estudio de tejidos (Histología).

Esa rama de la medicina era poco conocida en Ecuador de aquel entonces, por lo que Rivadeneira fue pionero en el campo, debiendo ser autodidacta y estar en constante investigación sobre técnicas y métodos para histopatología.

Implementó, además, el estudio citológico por medio de la prueba de Papanicolaou para detección temprana de Cáncer cervical.
Desde 1939 se incorporó como Jefe del laboratorio del Hospital Eugenio Espejo, y fundó el laboratorio de Histopatología, siendo pionero en el país, donde trabajó hasta 1963.

En 1946 es encargado de iniciar el Departamento de Patología de la Clínica del Seguro Social, actualmente Hospital Carlos Andrade Marín, del cual llegó a ser director. Este laboratorio se conoció después como Laboratorio de Histopatología del Seguro Social en el que trabajó hasta 1973. En su constante preocupación por aumentar los profesionales en el campo de la patología, en 1952 organizó el “Primer Curso profesional para la formación de técnicos de laboratorio” con el auspicio del Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública.

Colaboró también con el Hospital Baca Ortiz, donde tenía su consultorio particular, proporcionando servicios de Histopatología en forma gratuita y como profesor y tutor de estudiantes de medicina entre 1959 y 1971. Trabajó en su laboratorio particular hasta su muerte en 1978.

Campaña Antimalárica
El Dr. Carlos Andrade Marín ​ en 1940, destaca que el Dr Luis A. Rivadeneira, padre del científico, confirmó la existencia de casos de paludismo endémico en la población de El Tingo.

Inmediatamente se crea una comisión para detener la enfermedad y Jaime Rivadeneira empieza el trabajo en forma inmediata en el Valle de los Chillos, bajo la dirección del Dr. Benjamín Wandemberg, en los valles de la Provincia de Pichincha.



La campaña abarcó inicialmente el valle de Los Chillos, luego se extendió a los valles de Tumbaco, Puembo, Guayllabamba, Puéllaro, Perucho,y después a la Provincia de Imbabura en el Valle del Chota y Salinas de Ibarra, y otras poblaciones ecuatorianas como Santo Domingo, con el apoyo del Servicio Cooperativo de Salud Pública del Ecuador. ​

Fue nombrado en 1942 Director de la campaña antimalárica de la Provincia de Carchi, Provincia de Imbabura, y Provincia de Pichincha, dirección que ejerció hasta 1950.La erradicación fue un trabajo muy meticuloso, que consistió en eliminar las zonas en las que se pudieran reproducir las larvas de Anopheles, eliminando manualmente los criaderos, con escobas y otros utensilios, y luego utilizando una mezcla de Queroseno y petróleo para evitar que las larvas pudieran adherirse a las superficies.

Hacia el final de la campaña se utilizó DDT para la erradicación del Anopheles. Esta campaña fue exitosa convirtiendo estos valles en zonas habitables en las que se observa una gran expansión agrícola y urbana. 

Será en 1949 cuando presentó la metodología y resultados en su ponencia “Precisa una campaña eficiente para salvar al país del azote de la malaria” en la Conferencia sobre la Campaña Malárica Nacional.
Por este trabajo obtuvo varios reconocimientos a nivel local y nacional.

Distinciones y condecoraciones recibidas
• Condecoración Orden Nacional al Mérito (Gobierno del Ecuador, 1949)

• Presea San Miguel de Ibarra (Municipio de Ibarra, 1955)

• Condecoración Orden Nacional al Mérito de Gran Comendador (Gobierno del Ecuador, 1962)

• Premio Buen Ecuatoriano, (I. Municipio de Quito, 1966)

Luego de su fallecimiento, en 1985, el Colegio Médico de Pichincha institucionalizó, en su memoria, el premio “Dr. Jaime Rivadeneira Dávila” en reconocimiento a los méritos científicos y valores humanos de médicos destacados de la provincia de Pichincha. Este premio se ha otorgado desde 1985 destacados profesionales de la salud. Actualmente se entrega como premio Médico del año en la categoría ‘Atención Comunitaria’ a médicos e instituciones que se han dedicado a la labor comunitaria mediante la prestación de servicios de Salud de calidad y bajo costo.

En Ibarra, Ecuador existe la Avenida Jaime Rivadeneira en reconocimiento por la labor antimalárica que ejerció en la capital de Imbabura, y que permitió el desarrollo de la ciudad y sus valles circundantes; ​y la parroquia de Guayllabamba nombró a una de sus calles calle como “Dr. Jaime Rivadeneira”, en su honor, en el año 2000. ​ Precisamente, el escritor ibarreño Pablo Rosero escribió la siguiente nota sobre este científico:

Jaime Rivadeneira, el vencedor del paludismo