La cascada de Peguche




La Cascada de Peguche es un área climática variada. Se encuentra en la comunidad de Faccha Llacta, a un kilómetro y medio de la comunidad de Peguche y a tres kilómetros de la ciudad de Otavalo. A una atura de 1821 m.s.n.m. y a una temperatura promedio de 12°C. Un lugar atractivo patrimonial de beneplácito de miles de turistas y excursionistas.

Los rituales
En las fiestas del Inti Raymi, la cascada de Peguche es el centro ceremonial para el ritual de purificación. Los danzantes de varias comunidades se bañan en sus aguas a partir de las 8 de la noche antes de comenzar con los bailes.
Es una de las cuatro fiestas más relevantes de la cosmovisión indígena. Coincide con el equinoccio solar del 21 de septiembre. Celebración en homenaje al inicio de la vida y el reconocimiento de la figura femenina como representación de la fertilidad.
Otra de las fiestas es la de Kapac Raymi (21 de diciembre). Se celebra También en las cascadas. Es una ceremonia de danzas, cánticos, presentaciones de artistas. Ritual en honor el nacimiento del nuevo año.

Área protegida
En 1994, recibió la calificación de área protegida al salto de agua de aproximadamente 18 metros de alto. La cascada ha sido un lugar de rituales hereditarios por las comunidades indígenas Otavalos. Considerado uno de los pueblos nativos más representativos del Ecuador, con una cultura milenaria.



El lugar sagrado
La Casada de Peguche no es una caída de agua. En el lugar sagrado se acoplan el agua, el bosque y la piedra. Aquí está la vida, las pequeñas cosas que nos emocionan. Esperan a los turistas el bosque viejo, los matorrales de uña de gato y el olor de la chilca que nos recuerda el pan asado en los hornos de leña de los hogares. La naturaleza se encuentra a la mano.

El ambiente de la cascada es sencillo para juntar a la familia y a los amigos. Los niños pueden corretear por los senderos del bosque. La familia se prepara para acampar y compartir la palabra y el pan. En este lugar fresco termina el formalismo y comienza la armonía espontánea y alegre.

Llega la hora precisa de cocinar y lavar los cubiertos. Si es necesaria el agua cristalina, hay que traerla del riachuelo. Si alguien tiene el recelo de ensuciarse las manos para encender el carbón, debe tiznarse.
Mientras tanto se oye el trino de variedad de pájaros. Comienza un gorjeo de cardenales y huirachuros. Parecen directores de la sinfonía. Las tórtolas y turcupillas escuchan atentas el canto.

Después del almuerzo, los turistas organizan una caminata para subir la loma. Si el temporal está soleado y seco recorren hasta el lago San Pablo. Desde la altura se observa al occidente, los volcanes Cotacachi, y frente a la cascada, el imponente Imbabura. Al sur, el nudo de Mojanda Cajas, limitan a la provincia de Imbabura con la de Pichincha. Agua, bosque, aves, atmósfera sosegada y pura, a bajo costo y con sólo la pretensión de desenredarse de la rutina.

Pueblo de artesanos
“El más antiguo obraje de Otavalo existió desde 1580. El de Peguche comenzó a funcionar en octubre de 1613. Producían paños, jergas, mantas y otras cosas. Vendieron los obrajes entre 1720 y 1728. Los compradores se tomaron las instalaciones y la mano de obra de los indios”.
Ponchos, sacos de lana, chalinas, tapices, bolsos se elaboran hasta este día. Los artesanos siguen trabajando por generaciones. Para los tapices se diseñan peces, aves, montes, resaltados con colores vivaces en contrastes exactos.

“El obraje es creación. Sin imaginación no hay latidos”, dice Alberto Fichamba, primo hermano de Jesús, el cantante, ganador del festiva OTI con las “Tres carabelas”.

Hostería Peguche Tío
La familia completa trabaja en la empresa. Siete hermanos, aparte de ellos, cinco empleados. Fedosca es una mujer de ojos azules y el pelo claro. Esposa de Alonso Muenala. El amor no tiene nacionalidades. Vivieron cinco años en Holanda. Vinieron a Peguche. Se conocieron. Cuando Alonso viajó con un grupo de músicos. Funcionó el amor. Tienen sus hijos. Se preguntaron: “¿Qué hacemos en el futuro?”. Lo que siempre hicieron: trabajar.
Fedosja explica: “En Holanda mi pare trabaja ilustrando libros, sin computadora. La familia no se desintegra, trabajamos en casa”.

En 1994 construyeron la hostería. La estructura, los pasamanos, el escenario son de madera de eucalipto. Palos, redondos, al corte. Pilares cuadrados a golpe de achuela, como en los viejos tiempos. El conjunto tiene la forma de un círculo perfecto, como el sol y su esposa, la luna.

La hostería dispone del servicio de restaurante para ochenta personas. La especialidad: mote pillo. Mote con huevos revueltos: mote sucio y también con fritada. Mote pata o sopa. El maíz, alimento mitológico tanto para Mayas, Aztecas, Incas. Es el alimento básico de la Región Andina.

El plato típico de la hostería es una tentación para terminar con las dietas: tortillas de papa de color del oro, fritada y tostado.



Hostal El Tío, ubicado en la Cascada de Peguche, Otavalo, donde ofrece servicio las 24 horas.


Las habitaciones familiares, dobles triples, se encuentran detrás del círculo del restaurante. El ambiente es sencillo. Los visitantes duermen como en la casa de un pueblito.

La temporada turística está mala. Sin embargo, visitan turistas nacionales. Los extranjeros viajan de paso al Perú, a Chile o Brasil. En los primeros años, Alonso viajaba a Nueva York para organizar paquetes de turismo.
Fabián Muenala ha instalado una biblioteca sobre cultura indígena. Es antropólogo. Su hermano Gonzalo, es cineasta y encargado de la información cultural de los indígenas de Otavalo.

Una taza de café
El complemento del viaje a la Cascada de Peguche es una taza de café y la conversación con Taita Alonso, padre de siete hijos, personajes de esta aventura. En la palabra hablada sale al descubierto la inteligencia que tienen los indígenas para vivir.