El uso de pornografía en Adolescentes

Adolescentes y pornografía

El consumo de pornografía se ha vuelto una práctica común en la adolescencia, impulsado por el fácil acceso a internet y la disponibilidad temprana de dispositivos tecnológicos entre los adolescentes.

La tendencia actual indica que tanto niños como niñas están expuestos cada vez a edades más tempranas al consumo de pornografía, ya sea de manera accidental o intencional.

Según la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) la edad media del primer acceso a contenidos pornográficos ha bajado hasta los 8 años, mientras que a partir de los 14 el consumo de este tipo de contenidos es generalizado.

Las razones que llevan a los jóvenes a buscar pornografía son diversas, siendo el deseo de placer y la curiosidad sobre la sexualidad las motivaciones más comunes. Para muchos, la pornografía se convierte en una fuente informal de educación sexual, especialmente en situaciones donde la familia no proporciona dicha información.

Otro motivo frecuente es el uso del porno como una forma de enfrentar emociones negativas y reducir el estrés, funcionando como una distracción efectiva contra el aburrimiento y la soledad.

Consecuencias y Uso Problemático

En su fase crucial de desarrollo de la identidad y la sexualidad, los adolescentes se encuentran particularmente vulnerables a los impactos de la pornografía. La exposición desde edades tempranas puede generar expectativas poco realistas sobre la sexualidad e influir en la percepción de sus propios cuerpos.

Investigaciones vinculan el consumo de pornografía con conductas sexuales de riesgo y actitudes más permisivas entre los adolescentes. El uso de pornografía con contenido violento puede promover actitudes permisivas y estereotipos de género, aunque la relación con la violencia es controvertida.

Este consumo también impacta negativamente en la salud mental de los adolescentes. Para algunos, se convierte en un comportamiento problemático con consecuencias negativas, afectando entre el 5% y el 14% de los adolescentes de 14 a 19 años.

En la práctica clínica, se identifica el Uso Problemático de Pornografía (UPP) mediante criterios como su uso frecuente o compulsivo, la necesidad de recurrir a ella para gestionar emociones, la falta de control y la repetición a pesar de consecuencias adversas. Aunque se asemeja a adicciones comportamentales, como la ludopatía, existe debate científico sobre si el UPP puede clasificarse como una adicción.

Abordaje: “Cómo Dejarlo”

En cuanto al tratamiento del UPP, estudios en población adulta han demostrado la eficacia de las terapias psicológicas basadas en enfoques cognitivo-conductuales y de atención plena en adultos.

Entre los programas de ayuda psicológica online, destaca el programa “Hands-off” cuya eficacia se ha demostrado en adultos de habla inglesa. Sin embargo, la falta de estudios en adolescentes complica la evaluación de la efectividad de estos programas para los jóvenes.

Expertos del grupo de investigación en adicciones comportamentales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) han desarrollado una versión en español de ‘Hands-off’, adaptándolo para jóvenes de 16 a 24 años con UPP.

El programa, titulado “Cómo dejarlo, tiene una duración de seis semanas y comprende seis módulos terapéuticos. Estos abordan la motivación al cambio, la identificación de situaciones de riesgos para el consumo, la incorporación de hábitos saludables y el control de la urgencia para consumir pornografía.

El registro del consumo diario de pornografía y emociones son elementos clave, permitiendo la asociación entre estados de ánimo y consumo a lo largo del programa. El módulo final se centra en el refuerzo, buscando mantener el éxito a largo plazo y prevenir posibles recaídas.

Actualmente la eficacia Cómo dejarlo se está evaluando en jóvenes de 16 a 24 residentes en España. Con el término de esta fase inicial del estudio, se vislumbra la expansión del programa a otros países de habla hispana, representando un avance significativo en el abordaje del UPP entre los jóvenes.

*GIULIA TESTA , Doctora en Psicología clínica e investigadora del Grupo de Investigación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)