El adiós al gran barítono ecuatoriano

Yohanna Piedra Costales | RS 85


El barítono ecuatoriano Galo Cárdenas, falleció el 23 de junio del presente año. Nació en Gualaceo en julio de 1933, provincia del Azuay. A través de su voz académica y la interpretación de maravillosas canciones, decía: “ lo primordial está en dirigirme a mi llacta”. La Casa de la Cultura de Gualaceo, le condecoró con la presea: “Augusto Saquicela” gracias a su gran trayectoria musical.

Fue primero a Cuenca, porque Galo nace con esa profunda inquietud vocacional, llamada varita mágica de saber y explorar. Ahí se educó en la escuela de los hermanos cristianos, luego fue a Guayaquil a la Casa de la Cultura, posteriormente a Quito al Conservatorio y llegó hacer el Director de Cámara de la Casa de la Cultura. Siempre fue un excelente ser humano, un barítono con una voz privilegiada con una tesitura inigualable, con graves brillantes y agudos oscuros que estremecían a los corazones que se encontraban en los procenios.

El comienza a cantar en una escuela de barrio desde pequeño con su primera canción “Árbol frondoso y florido”. “Mi padre quería que yo sea maestro profesional sastre y lo fui a mucha honra” A los 15 años, ya cantaba música académica. Y Por supuesto entre tantas canciones también populares “Gualaceo flor del alma”. Además del himno de Gualaceo. Con el maestro Gerardo Guevara ha grabado una variedad de música quien además es el autor entre otras: “El limón y la naranja” un albazo jocoso y preciado por quienes lo escuchan.

Trabajó en Colombia, Venezuela, Argentina. Luego hizo una gira por todos los países soviéticos y Bálticos para públicos cultos y selectos que tenían conocimiento de música académica.

Para Cárdenas , no fue nada agradable jubilarse, porque disfrutaba más de su tiempo trabajando en la música y formando nuevos cantantes que era su vida, dentro del arte.

Y Su gran maestro
Su maestro. Fue Carlos López Buchardo . Quien fue un compositor y pianista de cámara argentino, nacido en Buenos Aires el 12 de octubre de 1881. Falleció el 21 de abril de 1948.

López Buchardo, estudió primero composición en Buenos Aires con Constantino Gaito, y siguió más adelante su formación en París con Albert Roussel. A su vuelta a Argentina, López Buchardo contribuyó para establecer las instituciones que dieron vida musical a su país: fue durante 32 años, presidente de la Asociación Wagneriana, creada en 1912. En 1932 creó la Escuela Superior de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.Integró el directorio del Teatro Colón, y en 1936 fue nombrado miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes. En 1924, el Gobierno Nacional le encomendó la creación y dirección del Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico. Lopéz Buchardo lo dirigió hasta su muerte en en 1948. Manifestó que dejaba su propia vivienda (la cual ya no existe y en su reemplazo hay un moderno edificio de departamentos), ubicada en Av. Callao1521, casi Av. Las Heras, en la ciudad de Buenos Aires, para que allí funcionara la sede del Conservatorio Nacional de Música que llevaría su nombre. Ello fue así, hasta que en el año 1982 luego el Conservatorio se mudó al edificio en donde funciona actualmente, ubicado en la Av. Córdoba 2445, también de la Ciudad de Buenos Aires.

Galo Cárdenas al hablar de su maestro López Bachardo dice: “me enseñó que la voz tiene que estar siempre al servicio de la música, que el resto del mundo no debe acoplarse a ti como cantante, sino al contrario. Tú estás para un bien mayor que es la obra y la música.” Fue un mentor con el que ha aprendido mucho repertorio y como abordarlo.

Cosas como qué te va a pedir el maestro, cómo te lo va a pedir, algunos aspectos de tradición que, si no tienes experiencia sobre la escena, son muy difíciles de conocer. También “me ha enseñado a no cubrir demasiado el sonido, que en general es un defecto muy común en los cantantes, y así la voz no pasa, falta proyección y riqueza en la voz”.

Soy un barítono lírico. Tengo toda mi extensión bien desarrollada y ha abordado papeles que no sean comprometidos vocalmente, como Belcore, el conde de Las bodas de Fígaro, y los más amables, Mozart… Esa es la escuela por la que he querido ir creciendo y con los años se evoluciona. Es cuestión de ir cuidándonos para evolucionar en el buen sentido.

Galo Cárdenas tenía un gran sentido del humor, fino y delicado. Era un extraordinario asador de carne que llegaba al punto de cocción perfecto. Un parrillero que llevaba en la sangre la alegría de la música, el olor de brasa y la confección perfecta de un terno. Multifacetico en variedad de labores. Un inolvidable gordo alegre que llenó los corazones de quienes lo conocimos.

Un abrazo al cielo para el barítono Galo Cárdenas.