Corrupción latente

CARLOS CONCHA JIJÓN
CARLOS CONCHA JIJÓN

La corrupción puede determinársela como existente en la colectividad, sin que se manifieste; es decir que se encuentra escondida en secreto pudiendo manifestarse en el sector público, para obtener beneficios económicos particulares o dicho de otra manera constituyéndose en noticia de todos los días, como un ejercicio “político” aberrante, cuando en el sector público sus representantes se han dejado crecer las uñas, para arañar una tajada de pastel económico muy suculento.

Los actos de corrupción han florecido en las sociedades de cualquier país, como algo reiterativo, que causa estupor, de tal manera que al más alto nivel gubernamental las huellas de la corrupción se encuentran siempre grabadas en las mentes de toda la colectividad, que sufre inexorablemente de esta cruel y deplorable situación impregnada de inmoralidad.

Hemos sido espectadores involuntarios de estos actos reñidos con la moral y la justicia, con actores políticos como; Presidentes, Ministros, Embajadores, etcétera y otros como dictadores que hacen gala del poder económico después de haber ejercido una función pública creando una cadena de funcionarios inmersos en la corrupción.

También encontramos casos concretos de Prefectos, Alcaldes, Presidentes de juntas parroquiales, etcétera y sin olvidarnos de algunos honorables de la patria que han sido sorprendidos en actos de corrupción en el parlamento ecuatoriano.

Podemos entonces llegar a comprender que todos aquellos que han naufragado en el mar de la inmoralidad, fueron inobjetablemente presos de la avaricia o de la codicia, que los llevó por los caminos espinosos de la corrupción echando al traste los principios de dignidad y dejando ver que las ofertas de campaña fueron simplemente mentiras, que sirvieron para satisfacer los apetitos de sus partidarios.