Soñar con un futuro que no llega

Cada nuevo informe sobre migración, afiliaciones al seguro social o empleo llega a la misma preocupante conclusión: los jóvenes están abandonando el país a raudales. Los estudios de opinión confirman la preocupante percepción que impera entre las nuevas generaciones. Predomina el deseo de abandonar el Ecuador para labrarse un futuro en otro país, de la mano de la convicción de que el futuro nacional es poco promisorio.

En el caso ecuatoriano, la amenaza viene desde varios frentes. Por un lado, se produce el éxodo de jóvenes; por el otro, un descenso de la natalidad. Además, en un contexto mundial de una creciente disputa entre los principales actores económicos por migrantes jóvenes cualificados, Ecuador no logra atraer y retener a personas de otras latitudes que ocupen el lugar de quienes se marcharon. El escenario futuro de una población envejecida y en declive resulta cada vez más cercano y probable.

Es necesario entender que nuestro sistema está diseñado a partir del supuesto de una población en crecimiento, con la gran masa de consumidores y economía en aumento que ello conlleva. Ni las finanzas públicas —con el déficit y la deuda— ni el sistema de seguridad social pueden sostenerse sin ese elevado porcentaje de jóvenes que aporten y consuman. Las autoridades necesitan estructurar, cuanto antes, una política nacional integral, que vaya más allá de pequeñas iniciativas, para detener el éxodo de jóvenes y convencerlos de hacer su vida aquí. Si ello ya no es viable, se debe entonces discutir, sin miedo, las reformas necesarias para que el país pueda operar bajo su nueva estructura demográfica.