Javier Milei y una nueva luz para el continente

Argentina le ha dado la espalda al modelo cortoplacista e irresponsable que la llevó a la ruina. Con la contundente victoria de Javier Milei, se reencuentra con los principios de libertad, productividad y prosperidad de los que se alejó hace casi un siglo. Hoy, como entonces, esas ideas podrían permitir el aprovechamiento del gigantesco potencial de esa gran nación.

El presidente electo argentino exhibe una formación intelectual de una solidez inusual y es dueño de una envidiable rapidez de pensamiento. Su radicalismo y su efusividad han resultado igualmente llamativos. Ahora le corresponde a él nutrirse de prudencia y demostrar que no es un loco peligroso, sino apenas un estadista excéntrico. Si alcanza a llevar a cabo con éxito solo una fracción de las ambiciosas reformas que ha planteado, provocaría un giro definitivo para Argentina y una nueva luz para el resto del continente.

Milei es un político joven y libre pensador que, en pocos años y en uno de los más hostiles ambientes políticos del continente, tuvo un meteórico ascenso impulsado por un diminuto equipo y por las redes sociales. Ahora, tras un admirable esfuerzo de concertación, ha logrado vencer al peronismo, la tendencia más tradicional y avezada de la Argentina. Quizás le aguarden desafíos insospechados, pero que el pueblo argentino se la haya jugado por él ya es suficientemente alentador.

Ahora se verá si dejará el legado del dólar, y si en el camino logrará paliar la adicción de gran parte de su población a los subsidios, los bonos y las ayudas sociales; y si no cometerá el error del Ecuador de intentar poner orden económico sin una reforma laboral.

Si esa es la nueva política —una meritocracia que priorice el talento y la inteligencia y que lleve esperanza a la gente— bienvenida sea.