El riesgo de perder el ITT

Mientras la atención de la ciudadanía y de la clase política está puesta en las elecciones presidenciales, la posibilidad de perder la producción petrolera del ITT pasa desapercibida. No hay encuestas al respecto y, hasta el momento, los sectores ‘ambientalistas’ llevan la delantera en lo que respecta a comunicación y proselitismo. Las autoridades gubernamentales parecen confiar en un imaginario instinto de autopreservación que bastará para que los votantes rechacen esa destructiva propuesta.

Subestiman el impacto del sutil pero constante adoctrinamiento ecologista que, desde hace décadas, se cuela en el sistema educativo y en el entretenimiento de masas. No es impensable que, por inercia y por un trastocado altruismo, el pueblo ecuatoriano elija su propio infortunio.

Desde ya, el próximo gobierno tendrá que vérsela —por diversos factores— con un abultado déficit fiscal. El fenómeno de El Niño golpeará con especial fuerza a dos sectores determinantes —vialidad y camarón— y el resto de rubros de agroexportación también se verán afectados. En esas circunstancias y además con una economía dependiente de la energía subsidiada, el país no puede darse el lujo de prescindir del ITT. 

Los orquestadores de la consulta tienen de su lado a importantes organizaciones internacionales y grupos económicos —con una propuesta de valor ‘verde’ que alcanza solo para pocos—. Del otro lado, solo hay silencio. El Gobierno dice que busca, en el tiempo que le queda, dejar un mejor país. Bien podría trabajar en que los ecuatorianos puedan, en un futuro, seguir contando con esos vitales ingresos.