Y la vida sigue…

Iván Paredes

La política en nuestro país cada vez se deteriora más y, de su concepto filosófico se ha convertido en el mejor camino para corromper y corromperse, sin importar el valor del voto en democracia que depositan los ciudadanos demostrándoles la confianza y esperanza depositada, por lo menos, deberían demostrar  un mínimo de trabajo, dedicación y respeto al país, sin descuidar el preciado valor moral que distingue a una persona proveniente de una familia, educación y entono social de correctos principios y, que relucen en la identidad de la persona, desde sus acciones hasta su proceder. Pero hoy, no hay nadie en el entorno político que en algo rescate este proceder. Hemos visto aquellos que recién inician en política, afortunados (no se puede considerar de otro modo), se han convertido en los padres de la Patria, pero salieron los más avezados e inescrupulosos; y, lo peor de todo es que uno de los tantos es de nuestra provincia y cantón.

No voy a dar el o los nombres de estos “políticos” porque, primero está el principio de inocencia y son ellos quienes se sienten lastimados, cuando su comportamiento, mal ejemplo y  viveza nos dejan estupefactos, sin tener la fuerza suficiente para exigirles que abandonen el cargo de elección popular, se vayan a su casa y nunca más aparezcan por las esferas políticas. Pero eso no sucederá, y la vida sigue para el ecuatoriano que cada día debe salir a la calle a buscarse un pedazo de pan, dejando a su familia y corriendo el riesgo de la inseguridad y tensión social que actualmente se vive.

Que decepción de estos malos ecuatorianos, que no entienden el valor de hacer política, pero, debemos seguir y enfrentar nuestra realidad, esperando que lleguen mejores derroteros para nuestro querido Ecuador. Y, uno de “estitos” hace quedar mal a Ambato y Tungurahua.