Una más para Lasso

Christian Pérez

El magnicidio del candidato presidencial Fernando Villavicencio es penoso y ha causado una crisis política profunda, más aún encontrándonos a escasos días de las elecciones anticipadas.

Este hecho, sumado al asesinato del alcalde de Manta, Agustín Intriago, ha ratificado la profunda ineficacia e ineficiencia del Estado y su gobierno al momento de garantizar derechos. En efecto, falló la inteligencia y contrainteligencia (¿existe?) que debía prevenir cualquier atentado en contra de la integridad del candidato; existieron graves errores del equipo de seguridad encargado de reaccionar frente al ataque, al punto que, en lugar de preservar la vida del presunto sicario para que investigado, lo ultiman estando desarmado y tirado en el pavimento; y por último, las investigaciones para descubrir a los autores intelectuales de este delito se encuentran en un total hermetismo mientras que, gracias a los medios de comunicación colombianos, ya conocemos las identidades de los presuntos autores materiales, el origen de la orden del magnicidio, la logística y la estrategia utilizada.

Ya no hay dudas que las organizaciones delictivas se encuentran enquistadas a todo nivel dentro del Estado, con mayor peso dentro de aquellas instituciones encargadas del monopolio de la fuerza; y está más claro aún que no ha existido voluntad política desde el gobierno para investigarlos y depurar sus filas. No se puede combatir a un enemigo siendo parte de él.

Con esto, resulta absurdo que, dadas las circunstancias evidentes donde el narcotráfico es quien ahora ostenta el poder y ha puesto de rodillas al Estado, se quiera posicionar la tesis de la autoría intelectual de este crimen hacia un determinado partido político, y las instituciones estatales guarden silencio, sin brindar detalles del delito, permitiendo ¿tendenciosamente? que esta idea tome fuerza a la víspera de las elecciones. Resulta detestable someter este magnicidio al cálculo político. Por el bien de la democracia se debe exigir justicia, verdad y reparación, y que los verdaderos responsables paguen por este crimen.