Una burla

Cómo estaremos de mal, que al momento de burlar a la autoridad y las normas que rigen nuestro ordenamiento jurídico, ya ni siquiera se guardan las formas. Se ha vuelto tan común que la genta haga mofa, filme y difunda videos ridiculizando y agrediendo a la autoridad, que nada extraña sobre el reciente evento de los “tiktokers” vacunados fingiendo ser médicos para ubicarse en primera línea de vacunación, y mostrarle al mundo su desafiante hazaña. Frente a esto, observamos que el irrespeto al prójimo, cala inclusive en quiénes tienen la inmensa responsabilidad de administrar prioritariamente vacunas a las personas de grupos vulnerables, privilegiando a familiares y allegados.

La historia ya la conocemos, un show mediático de inicio de investigaciones, y el expediente a dormir en el despacho del funcionario a cargo, y cuando menos lo esperamos, los responsables ¡libres!. Una burla completa, nada en este país camina al ritmo que debería, ¿por qué?, porque sus ciudadanos mientras se dan golpes pecho exigiendo honestidad, buscan la forma de evadir trámites obligatorios, requisitos, filas, entre otros. Son tantos los escándalos de interés público, que no avanzamos a “digerir” el caso Salcedo, para pasar al caso Ruales, vacunas, y así una interminable lista.

La justicia dejó de servir al bien común para armonizar la convivencia ciudadana, es un instrumento de persecución, de pulso de poder, nada más nocivo para una sociedad. La escuálida institucionalidad del Ecuador se cae a pedazos, en medio de una ciudadanía que se queja, reclama, pero no cambia patrones de comportamiento, siendo entonces el mayor cómplice de la realidad actual. Qué debemos esperar, si con algo de tanta transcendencia humana como es la prioridad de vacunación, relegamos a empellones de la fila a médicos y ancianos que se juegan la vida en medio de esta pandemia, esperar, respetar y priorizar a los que realmente necesitan no cuesta nada. Solo nos hemos descubierto como humanidad bajo ese utópico cliché “la pandemia nos hará mejores”.