Un fracaso feliz

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

Hay que aceptar que la muerte cruzada es el punto final de un fracaso común. Hemos fracasado como votantes al elegir los especímenes que nutrieron la extinta asamblea, ha fracasado el gobierno de Lasso en tratar de domar este desboque y eso es algo sobre lo que todos debemos tomar consciencia. No obstante, como todo punto final es también la oportunidad de empezar otro párrafo ojalá más limpio y digno en nuestra borroneada historia.

Parte de la lección que este fracaso nos deja, es que resulta imposible superar los estropicios de los últimos 20 años si no somos capaces -todos- de renunciar a las luchas extremas y tontas entre correístas y opuestos. Como si el país realmente se resolviera en esa lucha fanática y simple. Correa necesita de Lasso y viceversa, los enemigos se necesitan para sobrevivir políticamente (lo ha demostrado el PSC, agonía de un travesti). Los ecuatorianos, en cambio, no los necesitamos. Mientras no salgamos de esa lógica de patio de colegio, la historia seguirá repitiéndose como un bucle, llevándonos de fracaso en fracaso y seguirán perdiendo los pobres, los buenos y los giles.

La próxima elección, tenemos otro chance de salir de sus garras. De apoyar a figuras y movimientos moderados, de distintos centros que sean capaces de conversar entre sí y llegar a acuerdos al menos en temas tan básicos como seguridad, empleo, seguridad social y salud ¿Es demasiado pedir? ¿Es irracional o ingenuo o es que nos hemos acostumbrado a pensar que nos merecemos el show que nos ofrecen?

Lo más probable es que de nuevo tengamos candidatos como hongos, pero es nuestra responsabilidad dejar que sigan proliferando. El próximo gobierno será corto, pero tiene la oportunidad histórica de ser un gobierno de reconciliación que acabe de una vez por todas con la bronca innecesaria que nos desvía de lo realmente importante. Así sea.