La Posta

Carlos Arellano

No es la primera ocasión que un programa de TV se convierte en un espacio de discriminación y difamación. En esta lista encontramos transmisiones tales como “Ni En Vivo Ni En Directo”, “Mi Recinto”, “Vamos con todo”, etc., que, durante el tiempo de permanencia al aire, pocas fueron las voces que manifestaron su rechazo a la violencia que surgía en cada episodio.

En uno de los más recientes capítulos de la TV nacional, “La Posta XXX” cometió, no solo un exceso, sino un acto de odio y discriminación contra el presidente de la Conaie, a quién lo tildaron de “cabrón”. La presión de una teleaudiencia cansada de la confrontación, más voces afines al correísmo que culpan al presidente Guillermo Lasso de lo ocurrido y la presión del gobierno actual lograron que el programa llegue a su fin.

Años atrás decidí no consumir los productos de La Posta porque consideré que los rostros más visibles de este medio de comunicación recurrían a formas grotescas y chabacanas para informar y cuestionar. A pesar de esta decisión, jamás justifiqué los mecanismos que emplearon sus detractores para intimidarlos y silenciarlos; ni dudé del profesionalismo de quienes son los rostros menos visibles de La Posta.

La plausible decisión de terminar con este programa de televisión me deja más dudas que certezas. ¿Por qué durante años, en el silencio cómplice de la ciudadanía y del gobierno de turno, se permitió que programas cómicos y de variedades transmitan situaciones machistas, sexistas, racistas y homofóbicas?

Entiendo la indignación de los ecuatorianos que apoyan al dirigente de la Conaie, pero al mismo tiempo no comprendo por qué, hasta el día de hoy, callan ante los desmandes que esa organización cometió en octubre de 2019. ¿Acaso secuestrar, humillar y agredir a policías y periodistas no es violencia? ¿Cortar el suministro de agua potable en la ciudad de Ambato, cerrar carreteras, destruir bienes públicos y privados no son delitos? ¿Tratar de patojo al expresidente Lenin Moreno no es discriminatorio? ¿Por qué cuestionar exclusivamente lo que les conviene?

Ojalá algún día tengamos la voluntad y sensatez de discutir cualquier acto de odio o discriminación, sin importar quien los realice, sin el temor de ser perseguidos o agredidos.