No más división

Emily Torres Larriva

La política y la religión son armas muy poderosas que se han utilizado durante años para fragmentar y romper la comunicación entre familiares, ciudades y países del mundo, logrando cegar lo que realmente es importante para el ser humano.

Miramos la frase llena de verdad de Voltaire “Cuando los reyes dejaron de hacer teología la paz llegó a Europa”, y es que, detrás de esta frase encontramos todas las fronteras que nos hemos autoimpuesto bajo el título de una u otra creencia religiosa.

Actualmente tocar el tema del aborto, la homosexualidad y el divorcio (tramas de interés público) sigue siendo un campo álgido donde difícilmente encontraremos un factor común que nos permita tomar decisiones “necesarias”, para quienes hemos crecido viendo ciertos temas como “pecados” “faltas” es todo un reto entrar a analizar cifras, estadísticas o noticias que nos bombardean diariamente.

Es por ello que, en cualquier encuentro social tocar temas políticos o religiosos termina generando malestares, por ejemplo, en muchas reuniones persiste este tema frígido que no es apropiado tocar porque podría enfriar hasta la más caliente cena familiar, y aún podemos ver en redes a aquellos amantes del ex presidente que siguen “convencidos” de sus grandes obras y gestiones, mientras en la otra esquina están quienes lo califican como el “gobierno más corrupto de la historia”.

En la realidad, es bien difícil poder coincidir con todas las posturas políticas o religiosas, pero tampoco por eso vamos a evadir un encuentro social solamente para evitar polémicas, porque no pretendemos eliminar las creencias, lo que debemos cambiar es la actitud y la tolerancia ante hechos que no siempre se van a presentar como nos gustaría o como nos han enseñado.

Vivir en sociedad requiere salir de la zona de confort, aceptar diferencias y ver más allá de la óptica propia, respetar decisiones públicas y cumplirlas es el primer paso.

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