Reflexión sobre la piedad y el cuidado

Hace meses tuvimos que confinarnos por miedo a lo desconocido, nos hemos adaptado como especie a ir hacia adelante venciendo nuestros temores, llevándonos al deseo de conocer, aprender, reparar como esos cuidadores universales que nos caracteriza como especie, esos cuidadores de fuego con vigilia constante, inmóviles que desde nuestros hogares hemos formado campamentos bases, con cuidados hacia nuestras personas más vulnerables dando vigila, auxilio socorro y protección.

Y ese origen anticuario de cuidado de cumplir con sus obligaciones de forma religiosa, nos vuelve prudentes atentos y más sensibles, a diferencia del descuido que nos hace más vulnerables, expuestos y negligentes por esa confianza propia de poder.

El ser humano es el más necesitado de cuidar, el hombre es sujeto de cuidar de preservar la especie, el cuidador no se convierte en celador el cuidador debe ser emancipador, reconociendo sus debilidades y vulnerabilidades.

Cuidar es atender y prestar atención, poner a disposición nuestro servicio con toda la intensidad de uno mismo con corazón, recordando nuestra ascendencia, formación profesional sin perder “la luz del regreso” con hábitos de nuestro corazón traducidos en hospitalidad en descubridores de cuidadores

La hospitalidad es acoger y también dejar partir, tener esa conciencia de nuestra mortalidad, de cuidar esa ausencia, nuestro entorno ecológico, nuestra geografía geo climática, nuestro entorno natural elemento crucial de nuestro origen, siendo realistas de nuestro tiempo que es una herida, que nos hace vulnerables, débiles y que en la actualidad se ve amenazada.