No es mucho, pero es trabajo honesto

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

Yo lucho todos los días por destruir esa visión tóxica e idealizada del amor romántico porque creo que es un camino directo a la destrucción de las relaciones personales, exprimidas en el corsé de un molde que no deja a las personas amar y vivir en libertad. Trato de huir de toda idealización porque la juzgo ajena a la sabiduría, porque pervierte nuestra valoración de la realidad y encima, añade excesivas expectativas a los proyectos que, de pura frustración previa, se marchitan. 

Últimamente me cuestiono por una no revisada idealización del Estado de Derecho. Y como buena pareja tóxica, le exijo una pureza de objeto a esta estructura que apenas y se mantiene en pie, comida por las larvas del narco y jaloneada por los que se adjudican su voz, sus manos, su cabeza o su ¿alma?

Tullido pero esperanzado, parece sobrevivir al embate de las reformas del COIP que buscaban dejar a la justicia como departamento de información de asambleístas. Esta semana, justo cuando le toca empezar el balance de los 100 días a un gobierno que alzó la carita después de mucho tiempo de frigidez política, le pegaron un golpe en el costado derecho; la salida de Murillo y compañía deja con la defensa descubierta a la Judicatura. Veremos cuánto tarda esa institución pirata: el CPCCS, en concretar el asalto.

Después de sumar y restar los hechos, me doy cuenta que no se le puede exigir a este Estado famélico el empaque de un buen mueble. Lucha por sobrevivir y eso es bastante. Luchamos contra las termitas de la democracia: el populismo, el narco y la ignorancia. Termitas como esos abogados que desnaturalizan la ley hasta el absurdo y a los que la CC les ha puesto un freno, al delimitar el uso de las medidas cautelares autónomas que tantas veces se han usado para alterar la salud del sistema judicial.

Y como dice el meme, no es mucho, pero es trabajo honesto.