La guerra es la paz

Positividad tóxica
Personaje lojano

Álvaro Peña Flores

Hacer la vida más fácil y cómoda, creo es el objetivo de todos los afanes del hombre, tanto en el ámbito personal, laboral, académico y científico. La historia corrobora que todo descubrimiento realizado por el hombre ha sido inicialmente para bien, para salvar vidas, simplificarlas y mejorarlas. Pero, ¿qué pasa cuando el objetivo primero se desvirtúa mercantilizando sus fines? El 10 de noviembre de cada año desde el 2001 se conmemora el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, cuyo fin es concientizar que todo avance científico debe estar enfocado en mejorar la calidad de vida de las naciones y sus habitantes, en torno a la paz y la sostenibilidad en todos los aspectos.

Efeméride irónica tal vez, por todos los desastres que el hombre ha hecho usando como arma destructiva a la ciencia. O cómo podemos catalogar que la invención de las armas nucleares ha exterminado miles de vidas; o que el desarrollo y avance de la medicina trabaja encima de la bioética; o que la industria contamina inmisericordemente el medio ambiente. A todo esto, se me viene a la mente una frase del conocidísimo libro “1984”, de George Orwell, que dice: “La guerra es la paz”, donde el Estado, un partido, un líder o un grupo genera su poder en las masas, en un constante periodo de guerra para mantener la paz en los suyos, ocupándolos en asuntos relacionados del exterior, de esta forma mantener la calma interna.

Y no sólo hablamos de guerras bélicas, sino de la guerra social, de la guerra económica, de la guerra política e ideológica que se debate entre todos los seres humanos que, so pretexto de libertad, irrumpe la paz del mundo. No es casualidad que ahora vivamos alineados en tantas cosas, porque es la única manera de tenernos tranquilos y en supuesta paz. Hemos avanzado muchísimo con la ciencia, estamos en proceso de desarrollo, avanzaremos mucho más, en la medida que el hombre siga siendo el centro de todo.

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