La ley del más bravo

Juan Francisco Mora

Hay un rasgo negativo que ha brotado en la sociedad ecuatoriana: transgredir las leyes y las convenciones sociales haciendo uso de la fuerza.

Alcanzar los intereses particulares de alguien o de un grupo de personas “a la brava” es ahora un método que de a poco se va convirtiendo en una práctica “normal” en el país.

Desde algo sencillo como adelantar “a la brava” la fila en el supermercado o en el banco; hasta procedimientos legales o constitucionales que se violan sin el menor remordimiento.

Son tantas las expresiones de violencia y uso de la fuerza que hoy se pueden apreciar en la sociedad, que preocupa que ese rasgo se convierta en una característica negativa de los ecuatorianos.

Hace pocos días la ciudad vivió un nuevo episodio de “la Ley del más bravo” con las acciones violentas de un grupo de transportistas que intentaron imponer por la fuerza el incremento del precio del pasaje de buses urbanos.

No fueron todos, pero aquellos que se expresaron de esa manera evidenciaron un nivel de violencia desmedido. Se agredió a vehículos, personas, policías, a la prensa y a todos quienes tuvieron el infortunio de cruzarse delante de ellos.

Dejaron sin servicio de transporte público a la ciudad, que es otra forma de uso de la fuerza para imponer sus intereses “a la brava”.

¿Para qué vamos a seguir el debido proceso en el trámite municipal? Si basta salir con a las calles con palos y piedras.

¿Para qué vamos a respetar las leyes? Si con cuchillo en mano podemos bajar las llantas y dejar sin movilización a la gente.

¿Para qué vamos a pedir ser atendidos por las autoridades? Si es suficiente salir y confrontar al que piense diferente.

¿Para qué vamos a actuar de forma pacífica? Si aplicar la Ley del más bravo es más efectivo.

Parecería que así expresadas las cosas, nuestro país retrocede; que las leyes van quedando en la subjetividad y que las autoridades no son necesarias.