La salud un privilegio

Emily Torres Larriva

Con profundo dolor e indignación debemos aceptar que enfermarse en este país es un pasaje gratuito para palpar la vulneración total de derechos desde el primer día que debemos entrar en una casa de salud, el buscar medicamentos se convierte en una misión imposible en donde los dólares están sobre la vida.

Esta pandemia no nos enseñó nada, únicamente se convirtió en el espejo de la travesía diaria de millones de ecuatorianos que deben acudir a hospitales públicos abarrotados, con atenciones médicas grotescas, impávidas e insensibles, que no calculan el sufrimiento de familiares que lloran a diario, sin tener noticias de su padre, de su hermano, de su tío, de su amigo; quienes tienen capacidad económica de acudir a clínicas privadas tampoco se salvan de los asaltos económicos y los maltratos de la viveza criolla, se piden garantías económicas de hasta diez mil dólares para recibir un paciente crítico, me imagino que tener dicha cantidad para la mayoría de ecuatorianos es un imposible, pero la “salud” del ser amado no permitirá escatimar costos.

Esta pandemia dejó claro que vivimos en el país del más vivo, las medicinas y productos requeridos para curar a pacientes covid-19 se consiguen en precios exagerados y sin control, las autoridades han mostrado su total inoperancia, ahora entiendo la desesperación de familiares que deben vender, prendar o quien sabe robar para acceder a una ampolla que en el mercado negro se encuentra hasta en mil dólares.
Que lamentable ver que la sensibilidad humana tiene números, tiene costo y no tiene piedad con los más necesitados.

Con poca fe, con poca esperanza espero mi voz y la de millones de ecuatorianos se escuche, la salud no puede ser un privilegio, la salud no puede ser vista como arma para explotar, la salud debe cambiar, quienes están al frente de enfermos, de hospitales y clínicas deben graduarse en compasión, en humanidad, en sensibilidad, en empatía.

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