La Asamblea Nacional y nuestras aspiraciones

La Asamblea Nacional y nuestras aspiraciones
Álvaro Peña Flores

Álvaro Peña Flores

Hoy es un día histórico, como lo suelen ser, los días en que se cambia de mando, se cambia de estrategias, se cambia de plan, se cambia de personas. Conocido es que, los ecuatorianos ya no confiamos en la gestión pública. Tantos han sido los acontecimientos que nos han llevado a pensar que la Asamblea como tal, no sirve, no hace falta y por supuesto, no debe existir. Pero qué hacer en un estado de derecho donde la figura legislativa es crucial para la legalización, la promulgación y aprobación de leyes que vayan encaminadas al bien del país.

Sin embargo, no. El ecuatoriano ya no cree en los legisladores. Pero ante eso, no podemos hacer nada. Como siempre, queda un ápice de esperanza al menos, con los nuevos legisladores que ahora van a ocupar los tan anhelados curules. Aunque su gestión es muy corta, siempre sobrará tiempo para corromper y tranzar. ¿Qué es lo que aspiramos de la Asamblea? Aspiramos lo que no olvidamos. Es decir, cero corrupción, cero diezmos, cero tráfico de influencias, cero ingobernabilidad.

Aspiramos a que se viabilice todo proyecto que beneficie la economía, la producción, la inversión, la educación. Aspiramos que exista comunión y sinergia entre las funciones del estado. Aspiramos a que los legisladores tengan capacidad moral, ética, profesional y política para defender sus posturas e ideologías y no dejarse influenciar por sus caudillos y jefes de partido. Sin revanchismos, sin odio, sin discriminación, sin dilación, sin favoritismos.

Es un antes y un después esta transacción política. Insisto, el tiempo marca a contrarreloj y es preciso que desde el primer instante se hagan las cosas bien. No queremos ni que roben bien, ni que sus debates giren en torno a asuntos domésticos que no adelantan al país. Aspiramos a un Ecuador de paz, de justicia y de democracia.

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