Justos por pecadores

Iván Paredes

Tiempo atrás el Ecuador era considerado isla de paz, por su tranquilidad y serenidad para vivir y relacionarse mutuamente; por supuesto, habían actos ilegales delictivos que eran repudiados por todos sus habitantes, al tiempo que eran sancionados y castigados por las autoridades que cumplían con su deber, aquello generaba la confianza, seguridad, pero sobre todo el temor de participar en ilegalidades se consideraba una vergüenza social y familiar, demostrando que los valores y principios en todos los sectores se encontraban enraizados; por ende, el comportamiento de un individuo de estas características era repudiado por todos, prueba de ello, en el extranjero el ecuatoriano era considerado un ser tranquilo, honesto y trabajador.

De un tiempo a la fecha, los malos dirigentes, autoridades, mandantes y demás permitieron, hasta por beneficio propio, que la delincuencia aflore, tanto con el ingreso de extranjeros indeseables de mala conducta y reputación, juntándose con quienes venían inmersos en fechorías, para hacer del paraíso Latinoamericano, un centro para delinquir y alterar la tranquilidad y el orden social sin el menor respeto ni temor, porque tenían el respaldo de autoridades que les socapaban y aupaban en sus fechorías.

Estos comportamientos bochornosos han hecho que, quienes hemos vivido dentro del marco legal y de normas morales, paguemos las consecuencias de estos ¨conciudadanos¨ que no les ha importado la honorabilidad del Ecuador; más aún, cuando a todos nos ha tocado sentir y mirar actos delictivos horrendos (secuestro exprés, atendados, balas perdidas, etc.), sufriendo los justos las más graves consecuencias y pagando los pecados de quienes han decidido deambular por el camino del mal y la deshonra.

Los justos que somos más, debemos exigir el retorno del país de paz, bondad y armonía, en unidad, tranquilidad y seguridad, sancionado con todo el peso de la Ley a quienes quieren vivir en pecado.