Esforzada incompetencia

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

¿Quién de nosotros se siente realmente representado por alguno de nuestros asambleístas?

Hay en la cámara excepciones puntuales que lamentablemente no contrarrestan la molicie general. De los cuatro que nos corresponden es difícil decidirse sobre quién estará haciendo un papel, sino bueno al menos lo más cercano a lo decoroso. Yucailla fue el primero en tropezar cuando el escándalo sin investigar, como tantos otros, en relación con la compraventa de los votos de las reformas que nunca llegaron, dado el congelamiento súbito de las relaciones entre ambos poderes. Después de eso y dos rabietas se unió al coro de los prescindibles junto a Frías, políticos cuya palabra ni suma ni resta al debate nacional. 

Mantienen un protagonismo fiero Rosa Belén Mayorga y Torres. La primera, alfil de un correísmo errático y descabezado (¿O lo son ambos?). Demasiada sumisión para hablar de liderazgo, aunque al parecer no la suficiente como para ser invitada a la delegación de la vergüenza que, encabezada por otra ambateña, Marcela Holguín, prestó cuerpo, cara y voz al lavado internacional de las inmundicias iraníes, el régimen más violento, represivo y cruel con las mujeres. Existe un nombre para esa militancia selectiva por los DDHH, pero es malsonante y no quiero agriar el domingo.

Y Torres, a quien ya le han dedicado otras columnas y representa a la perfección esta curiosa transición del PSC de partido republicano a barco pirata, pieza estrella en el asalto a Carondelet; la única tarea obsesiva, mañosa y hasta esa mal cumplida, a la que se han entregado en lo que va de período. ¿Serán las malas compañías o los viejos vicios? 

De todas maneras, esta acumulación de esforzada incompetencia nos sirve para darnos cuenta la importancia de un buen legislativo y buscar mejores opciones, porque cuesta creer que esto sea lo mejor de cada casa.