Epílogo de una tragedia

Shakespeare Abarca Córdova
Shakespeare Abarca Córdova

Tuve la suerte de vivir en la residencia estudiantil de la U. Central, ubicada en la avenida América y la tristemente comentada avenida La Gasca. Hace algunas semanas estuve con mi hijo en el centro histórico, hoy recordando esto me invade la tristeza; nuestra capital ha sufrido los despiadados embates de políticos desquiciados por el poder, que incendiaron edificios y vandalizaron este patrimonio, hoy la naturaleza es la que golpea Quito y la vida de los quiteños, pero sería muy equivocado culpar a natura, pues no es un ente consciente, para castigar o dejar de hacerlo, la culpa es nuestra, específicamente de quienes tienen la obligación de vigilar que los eventos naturales, sucedan sin causar mayores estragos.

Cuando universitario, la Gasca y sus alrededores eran mi zona, y más de un invierno pude ver correntadas, unas pasaban desapercibidas y más fuertes otras, ninguna de la magnitud de esta última, con su funesta estela de destrucción, vecinos y amigos que repentinamente vieron venir la muerte en forma de una oscura avalancha de lodo y escombros arrasando con todo; perjuicios millonarios entre bienes públicos y privados, numerosos heridos y la dolorosa pérdida de 28 vidas humanas.

Epílogo de una tragedia anunciada que se pudo evitar, cada invierno nos recordaba que en la parte alta, alrededores de Cruz Loma, a las quebradas no había que descuidarlas, pero siguió deforestándose y poblando laderas, se obstruyó cauces y quienes debían monitorear el normal flujo de esas quebradas, estaban muy ocupados en luchas intestinas, como para ocuparse de ellas. No le echemos la culpa a la naturaleza, no es un desastre natural, fue provocado por la desidia, el quemeimportismo y la irresponsabilidad de las autoridades locales.

El presidente Lasso, estaba muy ocupado cuando sucedió la tragedia, otros presidentes de donde estén suelen volver a presentar su apoyo, entendemos que sus gestiones eran de extrema importancia, como para interrumpirlas. La cooperación nacional y extranjera dijo presente, los solidarios quiteños espontáneamente hicieron llegar su ayuda material, y miles de brazos voluntarios dieron su esfuerzo para que este sector de Quito, como el ave Fenix, esta vez  renazca, no de las cenizas, sino del lodo que cubrió a muchos, por la indolente ineptitud de unos pocos.