Elecciones anticipadas

Christian Pérez

El deficiente servicio público de salud, el desempleo y principalmente la inseguridad, son temas que deben ser tomados en cuenta por los candidatos y candidatas a la Presidencia de la República. En efecto, estos han sido tres derechos inobservados de manera grosera por el gobierno actual a tal punto que quienes oferten dar solución a estas problemáticas aumentarán ipso facto su probabilidad de ganar estas elecciones.

Pero es la delincuencia creciente la que ha generado principal hartazgo y no es para menos. Actualmente existe una tasa de 25 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, lo que ubica a nuestro país dentro de los 10 más violentos de América Latina. Esto ha dado paso a que las y los electores tengan la expectativa de escuchar soluciones -reales o retóricas- que permitan disminuir el temor y la paranoia; y esto lo saben bien ciertos candidatos que han generado un discurso violento, haciendo apología del modelo Bukele, lo cual resulta peligroso.

En efecto, más allá de la publicidad oficial que ha implementado el gobierno de Bukele donde han mostrado un aparente debilitamiento de las estructuras criminales de El Salvador, nada se dice sobre los falsos positivos y presos políticos que se encuentran privados de libertad a causa de una justicia “express y dedicada”, cuya consigna no es buscar la verdad material sino llenar las cárceles para generar una sensación de seguridad ciudadana. Mientras haya cárceles que desborden su capacidad de hacinamiento, mayor será la percepción de seguridad: nada más equivocado que aquello.

En definitiva, para combatir la inseguridad no basta que haya privaciones masivas de libertad, con un proceso judicial sumario a todo aquel que nos parezca sospechoso. Es importante tener una propuesta que coordine acciones entre el sistema judicial, el mejoramiento de capacidades de la fuerza pública y principalmente que se enfoque en combatir la pobreza. Dar el voto a candidatos bravucones que ofrecen replicar regímenes autoritarios no resulta ser una buena idea, ya que un estadista siempre debe buscar implementar decisiones sostenibles y planificadas.