El país de Alicia

Agustín Sánchez
Agustín Sánchez

Seguramente, y más de una vez, habrá escuchado sobre aquella novela de Charles Lutwidge Dodgson ‘Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas’, en la que Alicia tras ingresar en una cueva termina entrando en un maravilloso mundo de fantasía.

Si profundizamos tal narración, observamos una gran similitud con el momento electoral actual, los ofrecimientos de millonarias obras nos hacen soñar con ese fantástico mundo de Alicia, en especial aquellos candidatos que buscan regresar o mantenerse en los espacios de poder, que en su momento nos invitaron a soñar ofreciéndonos un sistema de transporte masivo, grandes parques temáticos, zonas francas, sistemas para virtualización de trámites municipales, entre tantos otros ofrecimientos. Fíjese usted que, con relación a la seguridad ciudadana también ofrecieron modernos sistemas de reconocimiento facial, en esa fantasiosa ciudad digital de la cual no quedó ni el eslogan.

Esos extraños seres que menciona la citada novela, que se desarrollan y viven bajo su propia lógica, también persiguen sus propios intereses, preocupa entonces las distintas alertas que se han encendido sobre la injerencia del narcotráfico en nuestra política nacional. No son sino semanas atrás que el Ministro del Interior habría mencionado tener pruebas contundentes sobre candidatos con vinculaciones directas al narcotráfico, nada nuevo por cierto, pero al hablar de “pruebas contundentes” no se entiende por qué no se ha actuado de manera inmediata. Lo que sí está claro, es que hay gente dispuesta a lo que sea para cooptar el poder, y que organizaciones delictivas financian millonarias campañas para acomodar un escenario que les permita desarrollar y encubrir sus oscuros negocios.

La narcopolítica no solo que viabiliza y multiplica actividades ilícitas, sino que genera y atrae más violencia y corrupción con costos sociales y económicos altísimos, pues la zozobra que generan las mafias que se apoderan de territorios con prácticas como “vacunas”, limitan cualquier actividad cotidiana convirtiéndose en un veneno que de a poco terminan consumiendo la democracia y a la sociedad. ¡No coma cuento cuando le pinten un mundo de maravilla!