Vivimos en un mundo en el cual los cambios se dan de manera vertiginosa, aquellas realidades que hace unos años atrás nuestros padres daban por sentada hoy se diluye en la incertidumbre, la política, economía y aún las relaciones sociales se han visto sujetas a profundos cambios y transformaciones. Todos estos cambios han generado la tan famosa crisis de la que se habla en los noticieros del mundo que tiene un sin número de rostros diferentes con los que se presenta.
A nivel personal vivimos las crisis como expresiones cercanas de estas transformaciones, ante las cuales nos quedamos sin respuestas y sentimos no saber qué hacer o en qué dirección movernos, esta incertidumbre mina nuestra capacidad de acción y en muchos casos representa una verdadera angustia.
Nos preguntamos entonces si existen algunas claves que nos permitan enfrentar de mejor manera esta circunstancia, sobresalen las enseñanzas que desde la antigua India llegan hasta nosotros. Una de las ideas que nos resultan más fuertes, es la de que la crisis está en la naturaleza misma del existir. Es decir, todo lo manifestado está sujeto a cambios y transformaciones, de ahí que no deberíamos entonces afanarnos tanto por la conservación de aquello que tarde o temprano de una forma u otra, vamos a perder. Tal Vez en este único punto podemos detenernos un momento para reflexionar sobre su importancia, tomando en consideración que en nuestra cultura la idea de poseer es muy fuerte, nos sentimos dueños de casi todo lo que nos rodea y estamos llenos de deseos de adquirir y tener siempre más cosas.
Incluso en realidades que evidentemente no perduran como la juventud o la salud buscamos su permanencia, tal vez este sea uno de los principios de las crisis, el no estar dispuestos a asumir los cambios, el abrazarnos a realidades que evidentemente dejarán de ser.
Nueva Acrópolis Santo Domingo